En el momento menos esperado, se abrió la puerta que daba a esa gran galería, llena de malvones color rosa fuerte. Ariel sintió el inconfundible perfume casi áspero, tanto como la textura de sus hojas. Esas que rozaron su cara cuando apenas podía dar dos o tres pasos, siempre tomándose de las asas de las macetas.
Miró por sobre sus hombos y allá atrás, la puerta aún estaba moviéndose, quizaás el viento que siempre soplaba a esa hora en las tardes de mayo, la haya abierto. O no, tampoco le importaba demasiado, ya que una vez más había perdido la palabra justa que habría de poner, en el estribillo de su nueva canción. A diferencia de otras veces, cuando el oler malvones le daba argumento para escribir canciones, ya tenía claro que el tema estaba agotado, no habría de cantarle más a esa planta ni a sus flores. Recordaba la primera vez que ese aroma lo embriagó y le dió pistas como para intentar escribir la canción perfecta, y cada vez que el viento o el gato abría esa puerta, seguía su tarea. Ponía una hoja en blanco delante de él y dejaba llevar su lápiz con estrofas que cada vez se acercaban más a esa tan esperada poesía.
Nadie usó tantas letras para contar el mágico perímetro de sus hojas, así como tampoco se trabajó tanto para pintar una estrofa del color exacto de una flor en especial.
Ahí, estaban: él, su hoja en blanco, su lápiz, la puerta, el perfume... ¿El perfume? Ese en especial no era el que fuera fuente de inspiración de tanta poesía, no. Volvió su mirada por sobre su hombro y entre la luz de esa tarde de mayo reconoció la silueta de una mujer. Ella estaba allí, delante de la enorme claridad que se colaba por la abertura que llevaba a la galería, mientras el viento hacía de las suyas provocando que flamee su pelo y alguna tela que se desprendería de sus ropas.
- Viniste!
Ariel, cerró sus ojos, aspiró profundo y llevó hasta lo más hondo de sus recuerdos todos esos matices que se le presentaban nuevamente. Acidez, dulzura, inquietud, humedad. Sus labios de a poco se fueron relajando y ese gesto rígido que desde hacía años lo acompañaba, se fue desdibujando. Recordó las mañanas en el parque, del otro lado de la estación de tren. Sintió por un momento un gran calor, casi tanto como el que le daba el sol de aquel enero, cuando se quedó esperando en vano, sentado en el banco de madera del andén.
- Es el momento! - pensó en voz alta.
Ariel comenzó a tararear en silencio la melodía que ese aroma le dictaba, pudiendo ver a través de sus párpados aún cerrados, cómo la hoja en blanco tomaba vida. Flotando a su alrededor y sostenida por ese olor a jazmines y ron, la página primera y única de su canción, invitaba al lápiz a bailar y quién sabe, también a amarse. Ya casi sin punta, apenas si le alcanzaría para un par de estrofas, el Faber se unió a tan erótica danza, El viento, los llevaba de aquí para allá, y en ese meneo, las letras, fruto del amor de los amantes, fueron apareciendo de a una. De rasgos cursivos, y levemente inclinados hacia la derecha, se fue consumando tanto amor entre los dos.
El lápiz ya sin grafito a la vista, raspó con su rustica madera la blancura de la hoja. Esta subió y subió, cayendo su amante al piso, quedando a merced del gato, ese que de puro aburrido solía jugar con cualquier cosa.
Tan hermoso baile se desvaneció, así como también el prefume que invadía la sala. El gato salió y detrás de él, la puerta se cerró, quedando la sala oscura y en silencio.
La galería, con el tiempo fue dando testimonio de abandono. La tierra todo lo fue opacando, los malvones de a uno fueron secándose, y las hojas de los árboles vecinos encontraron el refugio justo, sin nadie más que el viento para custionarles su estadía. Entre ellas, cuando una brisa las movía, podía verse, cómo se asomaba por debajo de la puerta. una hoja, que supo ser blanca, con una frase escrita en letras mayúsculas: LA CANCIÓN PERFECTA.
Riqui de Ituzaingó
Romántico.... 😊
ResponderBorrarMuy lindo, hasta llegué a percibir el perfume a malvon
ResponderBorrarPrecioso relato, quizá llegó tarde a la cita 💞🩷❤️🌹 Ana Lidia Pagani
ResponderBorrarMuy bueno Richard! Me encanta como escribís las situaciones
ResponderBorrarUn relato en que las imágenes aparecen como pintadas.
ResponderBorrarMuy lindo Ric, muy lindo
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