- Prenda la calefacción Perez. Mestoy cagando de frío! -
- No anda Oficial -
- Pero... Una camioneta nueva y ¿ya la rompieron? -
- Así vino de la 5ta. -
Molina cerró hasta el cuello su campera de gabardina azul, y frotando con su antebrazo el parabrisas, intentó quitar el vapor estampado sobre el vidrio
- Oficial, es de afuera, no se gaste -
- Poné el limpiaparabrisas. Si seguimos así nos estrolamos en cualquier esquina - Perez bajó la palanca derecha y un arcoiris sin color se proyectó delante de ellos, al desparramarse el rocío casi congelado y la tierra de vaya a saber cuántas noches de dormir al sereno.
- El sapito, hombre el sapito! - Casi a los gritos, Molina dirigía las acciones dentro de la camioneta.
- Tampoco anda Oficial -
- Uyyyyy me cago en esta camioneta y en el que esté a cargo de ella. Lo voy a reventar!! -
Si bien en el cielo se vislumbraba cierta claridad, afuera era poco lo que podía verse. Las luces de la calle estaban tapadas por los árboles, y los faros de la camioneta solamente iluminaban en línea recta, justo detrás de ese inapropiado caleidoscopio en el que se había transformado el vidrio. Perez clavó los frenos, pegó el volantazo, pero no pudo evitar pegarle a un volquete (gentileza de Volquetes TJ 011 3348 5007). Mario sin cinturón de seguridad puesto, dió su cabeza contra el parante, y comenzó a sangrar, emulando a aquellos boxeadores de los 70, protagonistas de épicas batallas. El motor se apagó y por debajo del capot una nube de vapor comenzó a hacerse dueña de la escena, desafiando a ese frío que todo lo congelaba.
- Oficial ¿Está bien? -
- ¿Vos me estás cargando pelotudo!!? - Mario comenzó a limpiarse su cara con un trapo rejilla que guardaban en el bolsillo de la puerta.
- " Oficial Molina ¿Están viniendo? Estamos en problemas " - desde la radio se escuchó esto, y también: - " Oficial soy Aguirre, atienda el teléfono, lo está llamando el comisario " -
Con mucha dificultad para ver por la sangre que corría por sobre sus ojos, tomó el celular que no dejaba de sonar y escuchó - "Molina ¿No tenía que hacerse cargo de arreglar el quilombo de la Avenida Antártida? Son las seis y media de la mañana y me llama el diputado Arrostegui. Arregle eso ya o voy y lo lleno de ...." - El teléfono cayó sobre la alfombra y Miguel dejó de ser actor de esa película de acción.
"Pipp pipp pippp"
Con mucho esfuerzo y con un dolor horrible en su cabeza, abrió por un instante los ojos, los que al ver la blanca luz de la habitación, se cerraron de inmediato. A lo lejos se escuchaba mucha gente hablando unos, gritando otros. Estaba claro que no estaba en su casa. Su olfato fue el primero en adivinar que eso era un hospital.
- Oficial ¿me escucha? Oficial, soy Perez -
- ¿Qué pasó? -
- Lo trajeron de urgencia hoy por la mañana y lo operaron. Hace un rato dos camilleros lo dejaron acá -
- ¿Y vos qué hacés? ¿No trabajás? - En voz baja y con la dificultad que le provocaba el oxígeno y las sondas, Miguel le contestó.
- Me asignaron que lo vigile. Parece que está complicada la cosa con Usté -
Desde el pasillo, cada vez más cerca se escuchaban los gritos de una mujer.
- Cómo que no puedo pasar, soy la mujer! -
La puerta de la habitación se abrió de golpe y Mario vió como entraba hecha una tromba, escoltada por dos enfermeros. Dirigiéndose a ellos, dijo: - Es un minuto y me voy -
- Mariel - Casi murmurando Miguel habló.
- Atendeme el teléfono, te llamé mil veces. Pereyra mandó dos tipos a patearme la puerta. Los chicos llorando. Dijeron que tenés hasta el miércoles, que vos ya sabés. ¿De qué no estoy enterada? - Miguel entrecerró sus ojos y empezó a toser. - Hablá sorete! - Un médico junto a dos enfermeros entraron a la habitación.
- Señora retirese, no puede estar acá, y menos haciendo un escándalo. El paciente debe descansar. - Los tres la llevaron hasta el hall y Mariel se sentó en uno de los bancos que estaban debajo del ventanal que miraba al parque trasero.
Miguel decidió dejar sus ojos cerrados, y de ser posible, también sus oídos. Su cabeza fue directamente a aquella noche de vaya a saber qué año, manejando aquel patrullero, vió como en una callejuela, tres hombres violaban a una mujer. Bajó, gritó, apuntó, mató. Por entre sus recuerdos las luces azules no dejaban de retumbar, como aquella noche, cuando esperando asistencia, se quitó su chaqueta (algo que nunca debe hacer un policía) y cubrió a Mariel, que en cuclillas, no dejaba de temblar.
Afuera, por el pasillo pasaban los carros con comida para las salas. Mariel miraba su teléfono, esperando que pase el tiempo y que algún médico se acercase.
- Familiares de Molina! - Desde una puerta doble, al final del pasillo, una Doctora, de unos sesenta y pico de años, llamó
- Yo soy la esposa - Mariel fue rápido al encuentro de la Doctora.
- Hoy operamos al Oficial, tuvo un golpe muy fuerte en su columna, y quedó muy comprometida la zona cervical -
- Si, me habían dicho -
- Estamos esperando el resultado de una tomografía, y analizarla con el Jefe de la unidad, pero le anticipo que es probable que el Oficial quede con algún tipo de parálisis -
- Pero ¿En qué zona? -
- Aun no podemos decirle. Esperemos que no sea grave. Cuando tengamos un diagnóstico más cierto le avisaremos -
Las puertas vaivén se cerraron tras el paso de la Doctora, y se escuchó con claridad el sonido de la traba de ellas. Mariel, inmóvil quedó con sus ojos clavados en el cartel que decía. GOLPEE SOLO UNA VEZ Y ESPERE A SER ATENDIDO.
(Continuará...)
Riqui de Ituzaingó
Ah bueno está complicado Molina, encima que tuvo el accidente le hacen un sumario y la mujer va a prepotearlo... Y bueno esperaremos a ver cómo sigue este lío. Ana Lidia Pagani
ResponderBorrarMariel y el oficial.... :-) Lindo bolonqui para Molina, diga que uno no empatiza mucho con el yuta... Qué lo parió!!!
ResponderBorrarUhhh! Se encarajino de lo lindo! Capitulo 4 urgente
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