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Mostrando las entradas de agosto, 2021

(La) Reconquista (final)

Una grúa azul metalizado, con letrero en sus puertas "Remolque los Cuñados " y una baliza naranja en su techo, salió de la vieja Ruta 14 para entrar en la estación de servicio.  Paró frente al galpón que estaba detrás de los surtidores, y un policía, un hombre flaco, de unos treinta y tantos años, bajó por la puerta del acompañante y fue recibido por Justina, que estaba tirando agua con una manguera, para que no se levante tanta tierra. -  Era hora!! - fue el saludo de bienvenida -  Buenas, si, se atrasó un poco todo porque justo el Juzgado que está a cargo del tema, cerró una semana porque hubo un desmoronamiento en un baño y no podían trabajar normalmente - -  Ahhh - - Bueno, eso es lo que me dijeron.  ¿No tocaron nada no? - -  ¿ Y no ve que está la faja que pusieron ustedes?.  Además, qué me voy a poner a tocar, tengo otras cosas que hacer, más importantes.  Dele, apuren que ya mismo le aviso a los muchachos que se vengan a trabajar.  No pueden estar tanto tiempo parados -

(La) Reconquista (parte 3)

Elsa bajó rodeada por los pibes que no paraban de saltar y hacer bullicio, que si bien se notaba lo importante que era para ellos la llegada de su tía , los chicos siempre andan saltando y haciendo barullo a esa edad.  El motor quedó regulando, anunciando que en breve volvería a mover al camión vaya a saber a donde.   Todos fueron acercándose a la vereda.  Marcela se adelantó a saludar a la Madrina con un fuerte abrazo, Esther se ubicó detrás de ella como quién espera el saludo de la Novia en un casamiento.  Don Enrique también salió charlando con el ferretero, y con los últimos acordes de la canción se fué vaciando el patio, con la única excepción de Julio, que con su mejor sonrisa estampada en la cara esperaba, simplemente esperaba. Elsa saludó a cada uno pero mirando por encima de las cabecitas prolijamente peinadas, buscándolo. Levantó sus anteojos, los puso de vincha, casi una marca registrada suya, y casi trotando entró a la casona que albergaba al Hogar del Sol.  Julio al verla

Soldadito de plomo

Cuando miro esa esquina, ahí donde las baldosas se bañan en sombra, no puedo dejar de regañar contra el paso del tiempo, bah en realidad con todo lo que pasó en los últimos cuarenta y pico de años.  La gran batalla final tuvo lugar allí y su irrevocable resultado me obligó a ocultarme todo este tiempo en una cueva que no habíamos planeado utilizar pero las cosas no salieron como nosotros esperábamos y no tuve otra posibilidad.  Es que caer en manos del enemigo hubiese sido el peor de los finales, y no haría más que ahondar la profunda tristeza que provoca el haber dejado todo y que no haya sido suficiente. Esa mañana la lluvia lo había complicado todo, ya que no estuvo previsto ese escenario la noche anterior cuando hicimos un repaso de cómo derrotar al enemigo, en la que sería la embestida final, con los pocos recursos que nos quedaban.  Recuerdo como si fuese hoy, éramos una docena de valientes que lucharíamos cuerpo a cuerpo, tres de a caballo listos para revolear sable a diestra y