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Mostrando las entradas de septiembre, 2021

Yael

Siempre me llamaron la atención las fachadas de este tipo de supermercados, muy simples, casi una marca registrada.  De paredes bien altas, pintadas siempre a un color nada estridente pero bien prolijitas.  Sin carteles que señalen su nombre o su actividad, yo supongo uqe para ahorrar un manguito, total cuando ponen un chino, en seguida el barrio se entera.  Y portones de varias hojas, con rejas por fuera, pero abiertas como para que uno pueda salir con las bosas y alguien que ayude, y nada más. Entrando sobre la derecha, a veces estaba Yael, casi encerrado entre cajones que ofrecían tomates cherries y bananas de Ecuador, y una heladera de esas que tienen todo un vidrio empañado, donde guardan verduras frescas.  A la tarde era un problema, nunca llegaba a las cinco como prometía el cartelito que le había hecho poner la china, y que era motivo suficiente de reclamo cada tarde.   Cualquiera que fuese testigo, no entendería porqué no discutían en castellano, así le daban sentido a eso que

Al límite

 El tipo saludó a las pocas personas que quedaban en la oficina, personal de limpieza, uno que se ocupaba del archivo y un flaco alto que tenía pinta de amigo del dueño.  La puerta se cerró detrás de Él y mientras apretaba el botón del ascensor, aflojó el nudo de su corbata.  ¿Cuántos años más debería seguir usándola?.  Volvió a apoyar su dedo sobre el cuadrado metálico, y al no ver ni luz en la botonera ni escuchar ese zumbido característico de estos aparatos, decidió usar la escalera, total cuatro pisos no eran la muerte de nadie (en bajada).  El problema fue que las luces de la escalera no funcionaban o por lo menos, no veía las lucecitas rojas encendidas como para ir apretando a medida que descendía buscando la salida.  Solamente se iluminaba con la claridad que entraba desde las ventanitas que había en cada uno de los descansos de los pisos, y como daban a la calle, sus pasos se teñían de cierto resplandor celeste. Tenue, pero resplandor al fin. A nadie cruzó durante esos minutos,