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Mostrando las entradas de 2018

Nadie vió a la nena

Las siestas en los pueblos como este son mas o menos todas iguales.  Tierra volando por dónde se mire, el abucheo de las palomas, algún perro ladrando a la nada, y si el viento viene del sur, el aleteo incesante de las ramas de los álamos plateados que escoltan todo a lo largo, al Boulevard Sarmiento.  Es raro ver chicos dando vueltas por allí, ellos aprovechan la quietud de este momento para juntarse y hablar de cosas importantes, por lo menos hasta que afloje el sol y el viento, y puedan salir a dar vueltas por ahí. A las 15.47 de ese viernes sonaron varias campanadas, posiblemente hayan sido cuatro o cinco, no se sabe exactamente, porque nadie las esperaba, el pueblo sólo tiene una capilla, y en el pueblo que está sobre la ruta hay Iglesia pero que se sepa, sin campanario.  Unos pibes salieron a ver, un par de viejas también, y pasadas las 16.00 algo de gente había cortado la rutina de las siestas de estos pueblos, después de mucho tiempo Se armaron varios grupitos de no

El tipo de la luna

Conocí un tipo que se ufanaba de leer los claros y oscuros que delinea la luna, en las noches en las que se muestra seductoramente blanca y plena.  Es raro porque no soy hombre de andar cruzando palabras con cualquier fulano que se me sienta al lado, pero en este caso fuí yo el que se acercó, y ante la imposibilidad de pedirle fuego (ultimamente no fumo), no tuve mejor idea que plantearle: -  Oiga, ¿sabe de alguien que pueda hablarme de otra cosa que no sea el dólar o la final de la Libertadores?. Y el tipo, sin mirarme, me planteó:  -  Consígase un sánguche de jamón y queso, desde ayer que no como, no me pregunte porqué, no es tiempo de andar dando explicaciones, pero con algo de comida en el estómago quizás pueda contarle de la luna que tendremos mañana y quizás pasado... No tuve opciones, tampoco tenía otra cosa que hacer, así que mientras caminaba las dos cuadras y media hasta la panadería La Espiga de Oro traté de hacer una foto del tipo este, a ver si quizás lo hubiese co

El Ombú de la calle Montiel

-  Abuela, contame la historia del árbol Marina ya tenía la costumbre de ir al costado del chalet que daba a la entrada del auto, dónde vivía Marga, su abuela materna, para pedirle historias, aunque un poco eran las ganas de mimarla y otro poco, las de escaparse de casa y de las tareas de la escuela -  Bueno, te la vuelvo a contar, pero esta vez, la historia va a tener un final triste, no siempre la Abu puede hacer que las historias sean como nosotros queremos Desde las ventanas del living del departamentito que le habían armado a Doña Marga para que pase su vejez, se podía ver cómo aparecía un enorme ombú entre el cerco de ligustros que separaba este terreno del de los vecinos Milenti.  Si bien estaba claro que la enorme planta había crecido en el lote de al lado, es muy probable, según los memoriosos, que cuando se comenzó a cercar, el viejo Milenti decidió compartir con su único vecino, allá por mediados del siglo XX, un poco de la historia de este ombú centenario, v