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Mostrando las entradas de octubre, 2023

El Vasco - 6. Azucena

 - Che, me parece que esto no para más. La veo difícil la jornada de pesca - Germán, sentado detrás del conductor habló mirando a Pedro y José Antonio, esperando un gesto de aprobación. -  Resultó ser un flojito Don Germán.  Lo tenía un hombre que no se dejaba asustar por dos gotas que caen.  Además si llueve fuerte se pica el río.  Por lo menos nos tenemos que traer un dorado! jajaja -  Ezequiel, el menor de los cuatro, trataba de sostener el ánimo del grupo, que si bien no era preocupante, no era el de un par de días de cortar con la rutina de la vida del pueblo. El golpeteo de las gomas del limpiaparabrisas se mezclaba con las ráfagas de viento y lluvia que pegaban sobre la camioneta, que cada vez iba más lento, para poder leer el  cartel que indicaba la calle que los llevaría a la cabaña de Azucena, a menos de cien metros del río.  Todo se complicaba  aún más porque los últimos veinte minutos vieron volver a la noche que ya se había despedido, sin importarle que el tablero de la ch

Cuentos que caben en un frasquito. ¿Puede ser feliz una libélula?

Luego de una noche de lluvia, como acostumbra suceeder en  septiembre, amaneció ese día iluminado por los rayos de un sol primaveral, que descargaban toda su intensidad desde un cielo tan claro y tan celeste como salido de la paleta de un pintor de acuarelas. Quien estaba de parabienes era el espléndido cedro azul, que por esas cosas del destino, aún resitía los embates de la modernidad mal entendida. En ese instante de la  mañana, y antes de que el casi seguro viento del sur esfumara su encanto, una infinidad de pequeños cristales de lluvia, lo envolvían, lo acariciaban, y le daban a sus ramas una sinfonía de colores, que bajaba por ellas, y que con la complicidad de la luz del sol, lo convertía en un vergel de caleidoscopios. Un manantial de belleza que pasaría desapercibido para todos.  O para casi todos. Dos libélulas, conocedoras de los hechizos que se forman algunas mañanas después de ciertas tormentas primaverales, decidieron formar parte del acto, y treparon al cedro tan alto c