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Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2020

El Tano Milano

El primer regalo que recuerdo haber recibido en Ituzaingó, fue un camión volcador Duravit, para  Reyes calculo que sería el año 67, pero después, según mi memoria, me regalaron mi primer bici, una de hombre, como correspondía, con el caño que atraviesa recto desde el manubrio hasta el asiento.  Azul noche, y con rueditas, y no muchos datos más tengo. Calle de tierra la mía, mi pista de aprendizaje fue la vereda de casa, y el circuito era llegar hasta la esquina de la base y volver, con la dificultad que me  ofrecía la subidita entre mi vereda y la de los vecinos.  Creo que aprendí a manejarla rápido, y recuerdo una vez que casi llegando a Saladillo, me pegué flor de porrazo y me raspé todas las piernas.  Heridas de guerra. Algunos años más tarde cambié de modelo porque me compraron una Legnano plegable color azul eléctrico, la que ya me hacía jugar en las Ligas Superiores.  Durante años fue una prolongación de mi cuerpo ya que era la única forma que quería para andar de aquí para

Los chetos de Hotty´s

En la época en la que "teníamos que ir a tomar algo", en mi caso a los dieciséis años, mi lugar preferido era FreePort en Castelar, un bar que estaba en el primer piso de la esquina más importante de esa City, Carlos Casares y Arias . Su entrada era una puerta de vidrio con el nombre del boliche puesto con un  calco (no creo que plottearan en esos tiempos) y al abrirla se veía la escalera que llevaba directamente al salón.  Era grande, tenía un par de barras, un pequeño living, o mejor dicho unos silloncitos que hacían las veces de, y lo más lindo eran los grandes ventanales que por las  noches enmarcaban a ese lugar icónico, casi casi que podríamos decir que era un faro en nuestra adolescencia.  Ahí recuerdo haber ido a un casamiento, a un par de recitales (Yuelze seguro), y a veces los sábados pasaban películas en una pantalla que improvisaban, pero como no estaba muy organizado por lo que recuerdo, se terminaban viendo esas que les decían de clase B o C queseyó, película

El Francés

Había escuchado en Telenoche que los franceses eran los capos en hacer perfumes, que desde siempre había grandes laboratorios de tipos con guardapolvos blancos que mezclaban distintas fragancias y creaban esas fragancias que recorrían el mundo, como por ejemplo la colonia Polyana.  Yo nunca fui de usarlos pero mi tío Héctor tenía un par, Old Spice rojo, y Crandall, seguro porque cuando se iba a laburar a veces se los agarraba y me ponía un poco para ver cómo era andar por la vida emperfumado. Alguna tardecita en el cordón de la esquina debo haber comentado "los franceses son los únicos que hacen perfumes, como nosotros plantamos trigo, y los holandeses tienen vacas lecheras" - Claro, mi vecino El Francés hace eso, ¿a qué otra cosa podría dedicarse? - comentó Tony mientras terminaba el pan que había guardado de la merienda -  Pero, ¿tu vecino tiene una fábrica? - le pregunté asombrado -  No, mucho mejor.  Él en el terreno de la casa planta flores y las mezcla e invent

Boletos, pases y abonos

¿Me cargás 100? - Pasó el billete de cien por debajo del vidrio y quedó a la espera de instrucciones - Apoyá la tarjeta.  No, ahí sobre el cuadrado - Recibió el ticket y se fué Gerardo está incómodo en este gabinete, más parecido a uno de esos baños provisorios que ponen en la obras en construcción, que a una boletería de tren.  Él arrancó allá por los ochenta o antes, ya ni se acuerda, vendiendo boletos y abonos.  Ese fue su sueño cuando de pibe, en lo del vecino dos casas más hacia la ruta, apareció una boletera de colectivo, de chapa brillante y con boletos para cortar.  Ese trofeo lo tenía el vecino desde una tarde de marzo cuando su padre, Don Ismael, lo trajo en un bolso, junto con el monedero, también de chapa lustrosa que usaban los colectiveros.  Desde esa tarde se jugaba al colectivero.  El vecino en un cuartito muy chico que daba hacia el fondo de la casa había armado la escena. Una sillita de paja era el asiento que siempre usaba Él, por detrás, un banco de

Algo contigo

" Hace falta que te diga, que me muero por tener algo contigo.. " Qué hermoso tema, a quién querés enamorar con este disco? - le dijo la señora de lentes grandes, mientras acomodaba los longplays de folklore en su batea correspondiente Discos Daniel tenía la ventaja de ser la única disquería de Ituzaingó, y si bien no disponía de un catálogo muy extenso, tenía lo que estaba de moda, y los clásicos del tango y del folklore, más que suficiente para atender las necesidades musicales del barrio.  Marta su dueña, no era una melómana, pero no dudaba cuando le pedían algo, y hasta se animaba a recomendar cuando de regalos se trataba. - No, no es para mi - dijo Tony con el papelito que hacía las veces de machete en su mano - me lo pidió mi mamá, a ella le gusta mucho esa canción. - Tuviste suerte porque había dejado un simple separado porque cada tanto lo paso por las tardes, pero no es una canción muy pedida; bah, creo que sos el primero que me la pide este año Tomó una bol

El Teacher

En las callecitas internas de La Cantábrica, cuando ya los últimos alumnos estaban llegando para tomar clases de los Cursos de Formación Profesional, siempre se lo veía venir retrasado, apurado, pero sin dejar de contestar a cada uno de los saludos - Teacher!  - Apure que hoy llega tarde! - Grande Teacher, hoy afloje con las tareas que es viernes!  - y otros tantos que siempre retribuía con un ademán con su mano izquierda, la que desenfundaba del bolsillo de su blazer azul oscuro, y que inmediatamente volvía al saco, por si hiciese frío. Ingeniero recibido con los mejores promedios, estaba a cargo de las clases de matemáticas, pero era la rueda de auxilio del resto de los profes, si alguno faltaba, el Teacher se ponía el curso al hombro.  También era Profesor de piano recibido en el Conservatorio de Morón y podía hablar de cualquier tema sin dudar.  Un hombre muy leído Los más chicos de los cursos que daba, siempre se quedaban charlando y preguntándole cosas, y muchas veces les hací

Charly y Susy

Pantalones de sarga negros, medio brillantes por el uso cotidiano, chaqueta blanca y moño negro como corresponde a un mozo que se precie de tal, como esos que atienden las pizzerías del centro e inclusive las de Flores.  Libretita y lápiz negro bastante chico para anotar, aunque a esta altura del partido no hiciese falta, los comensales se quedan más tranquilos cuando hay registro gráfico de sus pedidos; por las dudas... Carlitos no era un mozo de raza, aunque cualquiera que lo viese actuar con tanta soltura, no lo pondria en duda, pero a decir verdad tenía pocos años de oficio, y todos en la 101, casi casi una academia para los mozos de la zona oeste. Estuve preguntando por ahí sobre su historia, qué era de Él antes de andar con la bandeja y la servilleta colgada del brazo, y alguna cosa pude rescatar de por ahí.. " En el arranque de los Setenta entre Ramos y Padua se repartían el protagonismo en las noches de los sábado con sus decenas de boliches bailables.  Y ent

Otra historia más de Navidad

La Sra 23 maldijo una y otra vez haber llevado esa campera de lluvia, por las dudas.  Aún cayendo la noche, el calor es insoportable, y también lo es ese pilotín que pasa de una mano a la otra, o colgado sobre un hombro o adosada a las varias bolsas con regalos navideños.  Está tentada por dejarlo en cualquier tacho de basura, pero ya está, a unos pocos pasos ¿treinta? está la puerta del ascensor, y detrás de ella, el alivio esperado, como si fuese un vaso de agua fresca.  Piensa en que arriba la espera otra historia, que ni quiere pensar cómo resultará:  tratar de juntar sorpresivamente a dos hermanos, diez u once años después de traiciones y desencuentros. La puerta estaba abierta, y desde adentro, el clásico: - ¿sube?. El Sr 4 debatía en sus adentros, si seguir comiendo sanguchitos de miga con champán, o empezar la retirada, la que no le resultaría fácil.  Estaban todos muy contentos en la oficina, y si en un día normal tardaba casi veinte minutos en saludar a uno por uno a los