En las callecitas internas de La Cantábrica, cuando ya los últimos alumnos estaban llegando para tomar clases de los Cursos de Formación Profesional, siempre se lo veía venir retrasado, apurado, pero sin dejar de contestar a cada uno de los saludos - Teacher! - Apure que hoy llega tarde! - Grande Teacher, hoy afloje con las tareas que es viernes! - y otros tantos que siempre retribuía con un ademán con su mano izquierda, la que desenfundaba del bolsillo de su blazer azul oscuro, y que inmediatamente volvía al saco, por si hiciese frío. Ingeniero recibido con los mejores promedios, estaba a cargo de las clases de matemáticas, pero era la rueda de auxilio del resto de los profes, si alguno faltaba, el Teacher se ponía el curso al hombro. También era Profesor de piano recibido en el Conservatorio de Morón y podía hablar de cualquier tema sin dudar. Un hombre muy leído
Los más chicos de los cursos que daba, siempre se quedaban charlando y preguntándole cosas, y muchas veces les hacía la tarea de los otros cursos, pero nunca pudieron sacarle más datos de su vida que el nombre de su madre, María Angélica con quién vivía desde siempre. Y no más que eso. Amigos, novia, primos, nada de nada.
- Para resolver este teorema, sabemos que el seno de cero es uno, y que la aceleración de la curva de la función J2 es de.... - El Teacher iba anotando en el pizarrón cada vez más rápido, llenando el primero y continuando con el que estaba debajo. Los alumnos se limitaban a copiar sin hacer comentario alguno, solamente se escuchaba el chirrido de la tiza sobre la pizarra y la voz que explicaba lo que se iba escribiendo
Promediando el segundo pizarrón, la velocidad del escrito al ritmo del relato se fue poniendo cada vez más lenta hasta llegar a un punto en el que se detuvo. El Teacher miro todo el escrito, levantó el borrador y preguntó a la clase - No vieron nada raro? - No hubo respuesta. Furioso dijo - Está todo mal, el seno de cero es CERO, INÚTILES! - Y con el borrador dió dos o tres pasadas sobre las pizarras y se fue corriendo, sin agarrar sus cosas, un maletín con algún papel y dos o tres lápices.
- Castillo, no sabés nada del Teacher? Anteayer se fué de la clase corriendo, dejó su portafolios, y no sabemos qué pasó. - Preguntó Guevara el Director a uno de los profes con quién más hablaba el fugado docente.
- Ni idea y no tiene teléfono, pero si querés vamos hasta la casa y averiguamos
- Dale, cuando termines tu clase vamos. Pasme a buscar por la oficina
Los dos encararon hacia Ciudadela en el Peugeot amarillo de Guevara, un chiche que parecía recién salido de la concesionaria, aunque ya tuviese unos cuantos años. Tomaron Rivadavia costeando las vías del Sarmiento y en algún momento Castillo indicó - Creo que en la próxima hay que doblar
- Es contramano
- Entonces no
- Vos sabés ir? Tenés la dirección?
- Había que doblar en una ferretería o una pinturería no me acuerdo bien
- Y despues?
- Después creo que me voy a acordar! Ahí está, doblá en esta, y pegale derecho hasta una avenida
Dieron un par de vueltas, pero finalmente llegaron, una casa de rejas bajitas, de frente descuidado de pintura. Golpearon las manos varias veces sin que nadie contestara, aunqeu algún ruido a persiana se escuchó desde adentroi
- Qué hacemos? -preguntó Castillo
- Hay una vecina ahi, veamos qué nos dice
Se acercaron unos pasos y en el camino se anunciaron
- Buenas Señora, estamos buscando al Profe de matemáticas, somos del colegio...
- Al Mario buscan? - La señora portaba delantal y una bolsa para juntar basura de la calle, pero estaba claro que al primer sonar de palmas, se arrimó a la vereda para ver
- Si, es que estamos preocupados porque se fue de la clase sin avisar
- Mario, pobre chico!
La pregunta era obvia - Porqué? le pasó algo? - se apresuró Guevara
- Y, una vida difícil. - La vecina tenía ganas de hablar, se notaba en la forma nerviosa con la que agarraba la bolsa y la palita, pero quería que pareciera que no le importaba la cuestión
- Es un muy buen docente, querido por todos los alumnos, pero reservado con su vida privada. Solamente alguna referencia a su madre....- siguió el Director, y no hizo falta mas
- La Angélica, qué le puedo decir! Dicen que no fue un hijo querido, y no se le conoce padre, bah por lo menos yo no lo conozco y mire que vivo en esta casa desde que me casé con el Braulio. Le pegó siempre por cualquier cosa, y el Mario era de buenito! y qué buen alumno, muy estudiado, pero esa madre, cómo lo tuvo!, bah, cómo lo tiene, es es el día de hoy que desde mi casa se escuchan los gritos de ella cada vez que el Mario vuelve de trabajar, porque sale solamente para trabajar y después se mete en la casa y no sale hasta el otro día
- Qué historia! - aportó Castillo en una pausa de la vecina - Y no tiene amigos, algún pariente?
- Nada que yo sepa, bah, una vez... - puso una mano sobre su cabeza, como para pensar y siguió - una vez, me contaron que vino una auto grande, de esos que llegan hasta la esquina y se bajó un hombre de unos cuarenta años, masomenos, y la Angélica lo hizo pasar, sin tratarlo mal, como hace con todo el mundo que llama a su puerta
- Y? - le preguntaron, cuando hizo la pausa la vecina, para medir la atención de sus interlocutores
- Estuvo un buen rato y se fue, y nunca más volvió, que yo sepa
- Se sabe quién era? - Siguió Castillo ya dispuesto a ir cerrando el relato
- Para mi era el padre del chico, intuición que una tiene. Mire, esto me contaron ehh, habrá sido cuando el Mario tenía diez o doce años
- Bueno gracias señora, vamos a intentar una vez mas - Se volvieron hacia la casa de rejas bajitas y una vez más comenzaron a aplaudir
- QUE QUIEREN! QUE LES DIJO LA LOCA ESA! - Se escuchó detrás de una de las persianas que daban a la calle
- Buenas Señora, somos del colegio lo buscamos a Mario
- ESE DESAGRADECIDO NO VIVE MAS ACÁ, ES UN DESCONSIDERADO
- Le pasó algo?, estamos preocupados
- ANOCHE POR PRIMERA VEZ EN AÑOS NO VINO A MI CASA, YA NO ES MAS SU CASA. Y VAYANSE! - Se escuchó el ruidos de las tablitas de la cortina barrio cuando la levantan un poquito y la dejan caer de golpe para que cierre del todo y no haya ni un poco de luz que se cuele por entre sus hendijas
Los dos se miraron, se encogieron de hombros y se subieron al Peugeot amarillo con rumbo a Morón.
Como era costumbre, cada vez que se jubilaba un docente se hacía una reunión en el patio que estaba detrás de las aulas. Guevara había sido Director hasta sus 67 años, cuando una molestia crónica en sus huesos lo hizo tomar la decisión de jubilarse
- Dire querido!
- Castillo qué sorpresa, quién te avisó?
- Tengo mis contactos, cuántos años sin vernos, qué alegría verte
- Igual, vení servite un vino y brindamos
- Por la jubilación?
- Por la jubilación
- Contate algo Castillo, qué hacés de tu vida, te seguís viendo con los muchachos?
- Me fuí a vivir a Olavarría, vine para las fiestas y justo me lo encontré a Pablo y me dijo que viniese
- Qué bien. Che, supiste lo del Teacher?
- No, qué le pasó?
- Un ex alumno una vez me dijo que el Teacher estaba en la calle, abandonado, y un tipo de una florería de Ituzaingó le dió lugar para que durmiese ahí, no se si lo conocía o le dió lástima
- Se rayó?
- Se rayó, si. Le pregunté a este muchacho los datos y una vez fui a verlo. No sabés, totalmente desalineado, no me reconoció, me miraba como con bronca, en un momento me asusté, irreconocible
- Pero hablaste con El?, le preguntaste algo?
- Me atendió detrás de una ventana, porque era una casa que hacía de depósito de una florería, me pegó un par de gritos, me dijo una par de cosas como que Él no había matado a nadie, y cerró la ventana. Y me fui
- Y vos qué pensás?
- No sé Castillo, no sé qué pensar. Una lástima. Un buen tipo, como vos, como yo.
Riqui de Ituzaingó
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