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Algo contigo

"Hace falta que te diga, que me muero por tener algo contigo.." Qué hermoso tema, a quién querés enamorar con este disco? - le dijo la señora de lentes grandes, mientras acomodaba los longplays de folklore en su batea correspondiente
Discos Daniel tenía la ventaja de ser la única disquería de Ituzaingó, y si bien no disponía de un catálogo muy extenso, tenía lo que estaba de moda, y los clásicos del tango y del folklore, más que suficiente para atender las necesidades musicales del barrio.  Marta su dueña, no era una melómana, pero no dudaba cuando le pedían algo, y hasta se animaba a recomendar cuando de regalos se trataba.
- No, no es para mi - dijo Tony con el papelito que hacía las veces de machete en su mano - me lo pidió mi mamá, a ella le gusta mucho esa canción.
- Tuviste suerte porque había dejado un simple separado porque cada tanto lo paso por las tardes, pero no es una canción muy pedida; bah, creo que sos el primero que me la pide este año
Tomó una bolsita gris y guardó el simple dentro de ella, y la cerró con el calco que decía Discos Daniel - Le pongo un moño? Si, así se pone contenta la mami con el regalo
Tony pagó y se fue caminando, y cruzó toda la plaza en diagonal.  Pasó por la puerta de la bicicletería y le hizo la seña al Portugués; unos pasos más adelante se metío en el bar
- Lo conseguiste?  Bien, pero lo tenés que llevar vos, te animás? - le dijo a Tony acercándose a la caja para evitar que lo escuchara la pareja que estaba a dos mesas de distancia tomando dos café con leche
- Yo me animo, pero si no vuelvo enseguida avísele a mi viejo que me vaya a buscar con la policía
- No pasa nada querido.  Mirá, vos tocás timbre y si sale ella le das el disco, sin hacer comentarios, o mejor decile que es un presente para ella y te vas. Pero si sale el Escribano o alguién que no conzcas le preguntas si no tienen algún perro para regalar, y te van a decir que no porque ya regalaron toda la cría. Cualquier cosa te manda tu viejo, y listo.
Ituzaingó por esos años era un pueblo opacado por Morón, el lugar a dónde todos íbamos a comprar lo que sea, salvo lo corriente, librerías, panaderías, o pizzerías, y los negocios de siempre dónde la gente ya era cliente, casa de artículos del hogar, bicicleterías y quizás alguna ferretería o bazar.  La plaza del lado norte tenía muchos árboles grandes y viejos, y no invitaba a la gente a reunirse allí, no tenía juegos y en invierno costaba que se colara el sol; muchos preferían la del otro lado de las vías del tren.
Tony la volvió a cruzar en diagonal, silbando una canción de Sui Géneris, esa que había aprendido el finde en la guitarra.
- Hey Tony - Sintió le tocaban el hombro y al darse vuelta vió al Escribano detrás suyo.  No estaba en sus planes y no se sabe si llegó a saludarlo
-  Para dónde vas? - le preguntó con una sonrisa no muy creible, la de siempre.
-  Ehhh, para allá - Había empezado a temblar, hacía un poco de frío pero, estaba acostumbrado a ir caminando a la estación antes que saliera el sol los días de invierno; eran nervios nomás!
- Yo voy para casa, me dijo tu viejo que andabas buscando un perro, habíamos regalado todos los cachorritos pero hubo uno que se arrepintió y no lo vino a buscar.  Venite y si te gusta te lo llevás
-  En otro momento, estoy medio apurado
-  Vamos ahora. dale estamos a media cuadra, te va a encantar, es un manto negro puro - Y lo agarró del brazo, no dándole muchas opciones de zafar, además que por entonces uno no andaba contradiciendo a la gente grande.  Cosas de entonces
El chalet blanco de techos oscuros resaltaba entre todas las casas de la cuadra.  Se veía imponente, con sus rejas gruesas de color verde oscuro, y el césped impecable que las separaba del porche de entrada. Una pareja de ovejeros alemanes esperaban tranquilos mirando hacia la vereda y unos pasos más atrás venía caminando Graciela, la mujer del Escribano
-  Graciela, este es Tony el hijo del socio del Portugués, lo conocés no?
-  Si, claro, el muchacho del bar
-  Hola Señora
-  Viene a llevarse al gurrumín de la familia.  Entrá pibe
Por fortuna para Él, era martes y había agarrado de la barra del bar El Gráfico que recibió esa misma mañana, para evitar que algún avivado se lo tomara prestado y después tener que andar por toda la cuadra en su rescate.  El disco estaba disimulado entre las notas de Vilas en Wimbledon y los goles de Bianchi en Francia
-  Le pido un favor, necesito pasar al baño, el frío, vió
-  La segunda puerta - Le indicó Graciela, y lo miró como imaginando la situación 
El baño era chico, evidentemente era el que usaban las visitas, muy cerca de la entrada principal de la casa, ya casi en el living principal.  No tenía mueble debajo del lavatorio ni un placarcito dónde habitualmente se guardan toallas o productos de perfumería.  Tony debía dejar el disco ahí dentro - Otra vez no vuelvo - pensó, y vió que quizás detrás del espejo.... ahí quedaba espacio entre el marco y los azulejos celestitos de la pared.  Lo puso de costado pero bailaba, se podía caer en cualquier momento, y haciendo un rollito con papel higiénico logró que quedara quieto justo arriba de uno de los tornillos que fijaban esa parte del espejo - Qué sea lo que Dios quiera! - Y fué en busca del cachorrito, muy bonito por cierto, pero Él quería una hembrita, no un perro, una manera elegante de zafar


- Cómo te fue?  Pudiste entregarlo?

- Si y no - y le contó brevemente la historia.  Ahora tiene que avisarle a la señora que lo agarre, antes que lo encuentre otro
-  Uyy, hasta el jueves no la veo
-  Llámela por teléfono
-  No, imposible, no puedo llamarla.  Ojalá se de cuenta o pase por acá
-  Sabía que iba a ir yo?
- Si, no sabía cuándo, pero estaba esperando el disco
- Recemos - Y se metió en la cocina, había que poner un poco de órden allí


Como todos los primeros martes de cada mes, algunas personalidades de Ituzaingó se reunían a cenar.  El comisario, el Escribano, el de la inmobiliaria del lado sur, y a veces venía el dueño de la pizzaría que estaba frente a la plaza, todos con sus esposas; eran cenas que servían solamente para aparentar y hablar de los nuevos autos o de los viajes que estaban por realizar.  Este martes la cita era en lo del Escribano.  

- Graciela, permitime pasar al baño - dijo Beatriz, la mujer del Comisario, arreglada como para una velada de gala del Colón; la consigna pareciera que era no pasar desapercibidas.  Demoró lo que se necesita para retocarse el maquillaje y salió con el disco en la mano - Encontré esto en el piso - 
- A ver - dijo el Escribano, era el que estaba más cerca de su paso.  Abrió el sobre y leyó - Algo contigo, de Chico Novarro -  Levantó su mirada y también levantó el disco y dirigiéndose a Graciela le dijo - Sabes algo de esto?
-  Me descubriste! Me descubriste! - dijo poniendo su mejor sonrisa - Te lo iba a regalar el sábado, te acordás qué fecha es el sábado?
El Escribano, cambió la cara de repente y pasó de ese gesto serio y acusador, a una cara de "de qué me estoy olvidando!"
Graciela ya dueña de a situación, tomó el disco y se dirigió a la mesa - Un día como será el sábado de hace muuuuchos años, nos dimos el primer beso, medio a escondidas bajo un árbol de la plaza Norte, frente a la Iglesia.  Son fechas que los hombres no recuerdan, pero nosotras somos románticas y nos gusta tener presente los momentos felices con nuestos maridos
Se acercó al combinado Ken Brown y puso el disco para musicalizar los tragos previos a la cena
" hace falta que te diga, que me muero por tener algo contigo..



Riqui de Ituzaingó










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