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Mostrando las entradas de noviembre, 2020

Yo jugué con Diego

Escuchaba no hace mucho, que uno se hace grande, el día que solito, sin que nadie se lo pida, calienta por primera vez la pava, y llena el mate de yerba.  Y se sienta, generalmente en la cocina, solo, y comienza ese rito de  iniciación, con la certeza que ya nada será igual. Algo similar, pasa con el fóbal, uno se recibe de jugador, de esos que pueden pisar con dignidad un potrero, el día que se van a un baldío, solo con una pelota, y se ponen a patear e imitar esas gambetas, caños y chutazos , que se cargan en la mochila de la memoria reciente. Esa tarde, de vaya a saber qué año, vi en Matineé,  un pibe al que lo tenían haciendo jueguitos con una pelota a un costado del Estudio, mientras conducían el programa.  Pude escuchar que se llamaba Maradona y que jugaba para Los Cebollitas , en el mismo campeonato en el que nosotros participábamos en el Deportivo Morón .  Volví a casa, y después de cenar, agarré mi pelota Huevo de avestruz y me dormí con ella, como para no olvidarme, que al

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He notado que entre las hendijas que forman el empedrado de la cuadra donde estaba mi casa, pueden verse crecer algunos yuyos, lo que menos esperaba encontrar.  Son muchos años sin lustrar esos adoquines con la suela de los mocasines marrones que me calzaba para ir al colegio  Hoy es el último día de clase antes de las vacaciones, y voy con la chomba azul de salir, y los zapatos color suela que forman parte de mi uniforme de los bailes de los sábados.  Relucen por todos lados, como cada uno de las piedras que decoran esta calle, y pareciera que brillo con brillo no es compatible, porque aún no terminé de cruzar y ya me patiné dos veces.  Quizás sea este el último par tan patinoso que compre. Habría que probar con goma allí abajo La parada del 12 ya no está más, a lo mejor para en otro lado o cambió el recorrido.  ¿Pasarán colectivos por este barrio?  Miro hacia allá y también hacia la avenida y no veo gente ¿Para qué tendría que venir un colectivo, si nadie lo está esperando? Y la pare

Un valsecito para Julio

  -  Yo no le pedí que les hiciera upa a las bolsas - dijo la señora que estaba sentada al lado de Juiio - Igual no pesan mucho, es todo ropa - Julio la miró de reojo y le contestó  -  Un rato se las llevo, después se las paso -  -  Sabe qué pasa, la várice´ me tiene mal, por eso no se las agarro - El micro, un modelo viejo, de esos que tienen los asientos de cuerina gruesa de color marrón, con los apoyacabeza de hule, era bastante ruidoso.  No sería precisamente un viaje de placer.  Varias ventanillas abiertas tampoco invitaban al diálogo.   Cerró los ojos y recordaba, "Los desvíos.  El viejo Indalesio, qué personaje!.  La estación de servicio ¿Cómo se llamaba la dueña?.  Elsa.  Cuántas cosas vividas con ella en tan poco tiempo! ..." -  De todas maneras, no se haga problemas, yo no voy hasta Vera, bajo antes - -  Bueno - -  Me bajo en Margarita, son unos pueblos antes yendo por la ruta.  ¿Usté va a Vera?  - -  Si - -  Se ve que no tiene muchas ganas de hablar, pero ju

Una historia de amor

  Dedicado a Mirta, el amor de mi vida Marzo del ochenta y dos, noche de casamiento del primero de los personajes del barrio que se alistaba en el equipo de los que usaban el anillo de casados. La casa de la calle Saladillo, era grande y tenía un patio donde se podían alinear cómodamente, mesas para todos los invitados.  Y ahí estábamos, todos la barra de amigos, empilchados para la ocasión, disfrutando del catering, que quizás antes de terminar de escribir este relato, me acuerde de qué se trataba Ahí, en ese casamiento tuve la oportunidad de compartir por primera vez algo contigo, como la hermosa canción que cantaba Chico Novarro.  Nos sentamos juntos, y no fue casualidad, sino que recordarás que en un momento yo defendí el sentarme a tu lado.  Tenías una cara de susto!  mucha gente desconocida toda junta, pero buena onda Tenías un par de pantalones y una camisa creo que bordó o azul, y yo me había puesto el traje beige que me había estrenado para la fiesta de egresad

Unos días con Elsa (última parte)

-  Sabés que eso de que no conocías Rosario, y todo lo del restorán, con la chica que nos trajo la cena y lo del balcón, me suena medio raro, estoy empezando a no creerte nada - -  Tenés dos opciones, o me crees o no, pero más allá de todo, la pasamos bien, ¿ no? - -  Por supuesto que si, pasa que me desconcertás - La autopista Rosario-Santa Fé estaba bastante cargada de camiones y de autos.  Seguramente la hora no ayudaba, ya promediaba la mañana.  Se salió tarde a la ruta, luego de una noche más larga de lo habitual. El sol estaba a pleno, pero no molestaba, era agradable llevando las ventanillas bajas.  Elsa se había calzado sus lentes negros y Julio achinaba un poco los ojos, para hacer frente al aire santafesino que le daba medio de costado sobre su cara.  El cielo era de un celeste espléndido -  Con este cielo es una picardía estar bajo el techo de un camión -  Julio disfrutaba del momento que estaba viviendo, de su decisión de haber salido a la vida, luego de recibir e