Dedicado a Mirta, el amor de mi vida
Marzo del ochenta y dos, noche de casamiento del primero de los personajes del barrio que se alistaba en el equipo de los que usaban el anillo de casados.
La casa de la calle Saladillo, era grande y tenía un patio donde se podían alinear cómodamente, mesas para todos los invitados. Y ahí estábamos, todos la barra de amigos, empilchados para la ocasión, disfrutando del catering, que quizás antes de terminar de escribir este relato, me acuerde de qué se trataba
Ahí, en ese casamiento tuve la oportunidad de compartir por primera vez algo contigo, como la hermosa canción que cantaba Chico Novarro. Nos sentamos juntos, y no fue casualidad, sino que recordarás que en un momento yo defendí el sentarme a tu lado. Tenías una cara de susto! mucha gente desconocida toda junta, pero buena onda
Tenías un par de pantalones y una camisa creo que bordó o azul, y yo me había puesto el traje beige que me había estrenado para la fiesta de egresados del colegio. Lo que no fue muy feliz en mi elección, fue la corbata: finita, bordó, con redondelitos cremita, realmente olvidable
Arriba, la terraza fue pista de baile, y por suerte para esa fecha, el verano nos regalaba sus últimas noches templadas, ideales para estar bajo un cielo estrellado, como seguramente habrá sido el de esa oportunidad. Es que las historias de amor siempre se dan a la luz de las estrellas.
- ¿Bailamos? -
Yo sabía que así se decía, pero no mucho más que eso, aunque la ocasión ameritaba que intentara tirar unos pasos de baile, quizás no como un John Travolta, pero seguramente con un poco de actitud, haría un papel masomenos digno. No fueron más de dos o tres temas, y en seguida fui a buscar algo para tomar, una manera elegante de dejar de bailar
- Somos vecinos, la otra vez estaba lavando el auto y vi que estabas ayudando a tu Papá -
La música fue haciéndose cada vez más melodiosa, arriba quedaban dos o tres parejas que insistiían en lustrar el rojo de la cerámica del lugar. Las estrellas seguían siendo las mismas pero a simple vista, eran mucho más grandes y brillantes, casi tanto como para ser las únicas encargadas de iluminarnos, sin que hiciese falta, lámpara alguna
- Hace muchos años, creo que cuando recién empezaba el secundario, tuve un sueño. Conocí a una mujer de pelo casi negro, de mirada profunda, y de sonrisa franca. Ese mismo día creí enamorarme (digo creí porque era un sueño, y los sueños, sueños son). Vi en ella, a una amante, una compañera, y a una madre. Quise que ese sueño durara, pero como pasa siempre, en la mejor parte me desperté -
- ¿Y nunca más se repitió ese sueño? - fue tu pregunta
- No, hasta ahora... -
Bajaste la mirada, sonreiste y nos quedamos escuchando la música que nos acompañaba en esa terraza
Pasaron los días, los meses y los años. Elegimos hacer realidad una fantasía. Nos dimos el primer beso, en la puerta y desde ese día podría escribir varios libros, recordando cada una de las cosas que compartimos. Hasta que un día como hoy quisimos trascender, y dimos el primer paso para construir nuestra familia, la obra más hermosa que jamás imaginé. Y si bien, a más de uno no le interese demasiado nuestra historia, haré público este relato para que sepan, todo lo que te quiero. Y si los Palmioli cumpliero sesenta años juntos, vamos por otros treinta!
He dicho!
Y este es el tema para escuchar, me pasa que nunca lo pienso, aparece solo, llego a esta parte y ya lo estoy cantando, y este en especial, representa todo, CLICK SOBRE EL LINK, Y SUBAN EL VOLUMEN!
Riqui
💝 te amo Richard
ResponderBorrarSe me caen unas lágrimas de leer esta historia por más que alguna vez ya me me la hayan contado!
ResponderBorrarBELLA historia de amor que la viví en vivo y en directo, son el ejemplo de familia.... Los amo con toda mi alma...
ResponderBorrarAna Lidia Pagani.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarA ver si lo puedo escribir sin errores de tipeo :-): Belleza pura en el relato, entrañable como son ustedes... A medida que iba leyendo veía cada mirada, cada risita, cada gesto... cada estrella.
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