Siempre me llamaron la atención las fachadas de este tipo de supermercados, muy simples, casi una marca registrada. De paredes bien altas, pintadas siempre a un color nada estridente pero bien prolijitas. Sin carteles que señalen su nombre o su actividad, yo supongo uqe para ahorrar un manguito, total cuando ponen un chino, en seguida el barrio se entera. Y portones de varias hojas, con rejas por fuera, pero abiertas como para que uno pueda salir con las bosas y alguien que ayude, y nada más. Entrando sobre la derecha, a veces estaba Yael, casi encerrado entre cajones que ofrecían tomates cherries y bananas de Ecuador, y una heladera de esas que tienen todo un vidrio empañado, donde guardan verduras frescas. A la tarde era un problema, nunca llegaba a las cinco como prometía el cartelito que le había hecho poner la china, y que era motivo suficiente de reclamo cada tarde. Cualquiera que fuese testigo, no entendería porqué no discutían en castellano, a...