El camión esperaba ser cargado con el pedido de materiales del Convento de La Merced, y si bien aún no habían bajado el remito de la oficina, este ya estaba en marcha para disgusto de todo ser humano que merodeara por ahí. La mañana, aún sin sol, se colmaba con una bruma helada, típica de los primeros días de Julio. Pero el camión Dodge de Materiales San Martín, con su humareda de gas oil mal quemado, le daba al lugar una espesura que nada tiene que envidiarle a las tormentas del Mar del Norte relatadas por E A Poe. - Cheeee, carguen ese camión de una buena vez que nos vamos a morir todos intoxicados! - Dijo Pedro mientras hacía la recorrida de cada mañana, revisando que todo estuviese en orden. Aunque en un terreno atestado de ladrillos, varillas e inmensos médanos de arena, pocas serías las sorpresas que habrían de aparecer. A decir verdad, esa recorrida la usaba para fumarse un pucho medio a escondidas, para evitar los retos de sus empleados, todos...