- Che, me parece que esto no para más. La veo difícil la jornada de pesca - Germán, sentado detrás del conductor habló mirando a Pedro y José Antonio, esperando un gesto de aprobación. - Resultó ser un flojito Don Germán. Lo tenía un hombre que no se dejaba asustar por dos gotas que caen. Además si llueve fuerte se pica el río. Por lo menos nos tenemos que traer un dorado! jajaja - Ezequiel, el menor de los cuatro, trataba de sostener el ánimo del grupo, que si bien no era preocupante, no era el de un par de días de cortar con la rutina de la vida del pueblo. El golpeteo de las gomas del limpiaparabrisas se mezclaba con las ráfagas de viento y lluvia que pegaban sobre la camioneta, que cada vez iba más lento, para poder leer el cartel que indicaba la calle que los llevaría a la cabaña de Azucena, a menos de cien metros del río. Todo se complicaba aún más porque los últimos veinte minutos vieron volver a la noche que ya se había despe...