Las siestas en los pueblos como este son mas o menos todas iguales. Tierra volando por dónde se mire, el abucheo de las palomas, algún perro ladrando a la nada, y si el viento viene del sur, el aleteo incesante de las ramas de los álamos plateados que escoltan todo a lo largo, al Boulevard Sarmiento. Es raro ver chicos dando vueltas por allí, ellos aprovechan la quietud de este momento para juntarse y hablar de cosas importantes, por lo menos hasta que afloje el sol y el viento, y puedan salir a dar vueltas por ahí. A las 15.47 de ese viernes sonaron varias campanadas, posiblemente hayan sido cuatro o cinco, no se sabe exactamente, porque nadie las esperaba, el pueblo sólo tiene una capilla, y en el pueblo que está sobre la ruta hay Iglesia pero que se sepa, sin campanario. Unos pibes salieron a ver, un par de viejas también, y pasadas las 16.00 algo de gente había cortado la rutina de las siestas de estos pueblos, después de mucho tiempo Se armaron varios ...