A la derecha de la ruta, viniendo desde la Capital, se podía ver a unos quinientos metros el arco que daba la bienvenida al pueblo. Si bien la historia dice que fue construído hace un par de décadas para recordar la llegada de los primeros pobladores, más de uno piensa que se hizo para tener alguna imágen característica que pudiese representar al paisaje local en las fotos de mapas y guías de tursimo.
Los arcos tradicionalmente cruzan de un lado a otro a, un camino, calle, ruta o acceso, sin nada más. Pero este no era el caso. Nacía sobre el Parque San Martín con una estructura que hasta tenía un mirador, y cruzaba por encima de la que más adelante seríala Av San Martín, afinándose cada vez más, hasta clavarse del otro lado como si fuera una flecha. Quien lo mirara desde el pueblo a esa hora de la madrugada, podría ver su silueta negra ante la ausencia de luz, y detrás, allá lejos, la ruta, casi siempre desierta. Y el cielo intentando aclararse hacia el gris marmolado de nubes de julio, o en el mejor de los casos, del color de las vainillas, si se esperara que ese día, el sol diese un respiro a esas mañanas de escarcha y alientos al vapor.
Esa tiznada figura semi circular, tenía entonces dos trazos que no salían habitualmente en las imágenes. Dos zorzales, ahí posados, le quitaban el protagonismo al ruido de los camiones que cada tanto cambiaban el paisaje de aquellos que mirasen el amanecer. Esa manera tan particular que tenían de expresarse, con ribetes casi hipnóticos, llamó la completa atención de los tres que fueron llegando, sin adevertir cada uno la presencia de los otros dos. Gloria, José Antonio y Germán, se vieron en el momento en el que el canto de los zorzales cesó, y los observaron irse hacia la izquierda, como volviendo a la Capital.
- Gracias por venir, los estábamos esperando -
Al mirar hacia atrás pudieron ver, a la parejita de niños, con sus hermosos atuendos tradicionales, acercándose a los tres. Ella con su canastita de flores, azucenas de varios tonos, y Él con un cuaderno de hojas rayadas en sus manos. Gloria y Don Germán de inmediat reconocieron esa voz, que nada tenía que ver con la de un niño de esa edad. A los ojos atónitos de los tres, el rostro del niño dejó de ser tal, y a pesar de la poca luz que iba esparciendo el amanecer, comenzó a ajarse con tintes levemente cobrizos, y todo se entendió al ver sobre sus labios, ese bigote teñido por tantos años de café fuerte y tabaco de vaya a saber qué procedencia.
- Los días que vendrán no serán fáciles. Cuesta imaginar que en un pueblo en el medio de la provincia, de no muchos habitantes, y de costumbres muy arraigadas, algo pueda torcer el curso normal de las cosas. - Arrancó a decir Él con voz pausada
- La llama que alimenta nuestra tradición vasca, se está apagando. - Ella tampoco tenía ese rostro angelical que enmarcaba una pícara y seductora sonrisa. Era la de una mujer cansada que lo único que parecía pedir era un poco de descanso.
Los tres se tomaron de las manos y con estupor siguieron escuchando.
- Los más chicos casi no participan, y ven nuestra cultura como una nota de color del pueblo, y solamente piensan en emigrar buscando nuevos horizontes, muchas veces encandilados por las luces de las grandes ciudades. - Continuó Ella
- Y ustedes, los más grandes, se quedarán solos, y algún día morirán. Y con vuestra partida se irá el pueblo y también nuestra tradición vasca. - Dijo Él, manteniendo ese tono pausado y cansino.
- ¿Qué podemos hacer nosotros? Porque si nos llamaron, por algo será - Gloria tomó la iniciativa y arrancó el diálogo.
- Nuestra cultura Vasca que a lo largo de los siglos se fue enriqueciendo, se ve amenazada en todas partes, no solamente aquí, sino en el mundo entero. Debemos defenderla y que perdure por cientos de años, floreciente, y dándole a las generaciones siguientes, el orgullo de ser y pertenecer. - Ella, volvió a tomar la palabra, su expresión no sonaba bien, había dolor en su alma, podía percibirse, pero el mensaje era claro. Y siguió:
- Se eligieron once lugares, todos muy lejos uno de otro, y dentro de ellos, tres personas que llevarán adelante lo que dicta el legado que ya está dentro de, por ejemplo, ustedes tres. -
La claridad ya se hizo presente en el parque, y era inminente la salida del sol, allá detrás de la ruta. Él dijo las últimas palabras y ambos desaparecieron, mientras aquellos zorzales volvían a posarse sobre el arco de bienvenida, prestos para canturrear, quizás festejando la salida del sol.
- Seguramente, mañana cuando despierten, nada recordarán de nosotros. Este momento no estará en vuestra memoria, así como tampoco, los encuentros previos que tuvimos de a uno con Ustedes. Todo quedará como una de las leyendas que formarán parte del acervo culturál, del cual ustedes serán sus más fieles guardianes. - Y una ráfaga de viento, la primera del día, se llevó la imagen de la parejita de niños vestidos de tradición.
No habían pasado dos años, y se consiguió algo que llenaba de orgullo a todos los lugareños: El pueblo ya no era tal, se declaraba ciudad y sería cabeza del nuevo municipio "Pueblos Vascos". Ese diez de diciembre fue luminoso, y a la fiesta por la asunción del nuevo Intendente, José Antonio Asconzabal, vino el mismísimo presidente del País Vasco. Entre otras cosas en su discurso prometió "los fondos suficientes para construir la primera Universidad Vasca en América Latina", en los terrenos que años atrás ocupaba el Club de Pelota, hoy trasladado al frente del Parque San Martín, del otro lado del arco de entrada.
- Y para finalizar quiero hacer un especial reconocimiento para este gran matrimonio que conforman Gloria y Germán. Ellos con sus varios viajes hasta nuestro país, y sus interminables llamados telefónicos, hicieron posible que yo esté hoy aquí, para brindarles a ustedes todo nuestro apoyo, para que la ciudad se convierta en el bastión más importante de nuestra cultura en toda América - Ambos subieron al escenario para recibir la ovación por parte de todos los lugareños. - Y quiero hacerles entrega a ambos de la medalla que representa La Orden al Mérito de Los Vascos, la distinción mayor que entrega nuestro gobierno. -
Entre medio de miles de aplausos, una pareja de niños de unos cinco o seis años, vestidos con ropas tradicionales, acercaron al Presidente las dos medallas que portaban en una canastita con flores de azucenas.
Fin
Riqui de Ituzaingó
Final Feliz 😃
ResponderBorrarTrataré de leerlo de vuelta porque no lo entendí bien. Ana Lidia Pagani
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