"En Milove encontrarás el amor de tu vida. Mejor dicho, Nosotros te lo encontraremos".
Isabella, se arrimó a la ventanilla del auto para darle las llaves a la conductora. Sobre el asiento del acompañante, alcanzó a leer la publicidad en la revista
- ¿ Le cobro? -
La conductora le pasó tarjeta y documento. - ¿Necesitás algo más? -
- No, Con esto es suficiente - respondio Isabella. - 27 litros de nafta súper, seis mil quinientos dos pesos. -
- Ahh, porque estás mirando adentro del coche, quizás perdiste ¿algo? -
- No. Me llamó la atención el aviso. -
El auto se corrió hacia adelante, dejando libre la zona de los surtidores. Isabella pasó la tarjeta, imprimió los tiquets y se acercó al auto.
- Sirvase Señora. Buenas tardes. -
- ¿ Estás buscando novio ? - La señora cortó un pedazo de la hoja, y se lo dió a la empleada de la Shell.
- No lo tenía pensado, pero ... - Lo agarró con una sonrisa y un - Gracias! -
Sórdida. Esa era la palabra justa que definía a la oficina. Una persiana de esas tipo barrio, que desde hacía un tiempo había decidido quedarse por la mitad, dejando pasar luz, pero también mosquitos y la tierra que levantaban los colectivos que pasaban por la calle. Según constaba en el taparrollos, alguna vez hubo cortina de tela, de esas finitas como el tul; todavá se veían los ganchos plásticos que nadie pareciera hoy ver. La alfombra azul, bah, una forma de decir, mostraba en cada una de sus uniones, hilos de su trama original, que eran una tentación para las rueditas de las sillas, para seguir destejiéndola. Aunque lo mejor que podría pasarle es que algún día, alguien aburrido, hiciese de esa alfombra, un hermoso ovillo de hilo, como para levantar cien barriletes. El escritorio, un mastodonte de madera, tenía todo lo imaginable: paquetes vacíos de cigarrillos, folletos del supermercado mayorista, un pisapapeles (mejor dicho un ensartapapeles) con tiquets de estacionamiento y nafta del Renó 12 que había tenido que vender hace tres años. Carpetas, papeles sueltos, una Olivetti y el setenta por ciento de la vajilla de café, cuyas borras parecían estar esperando a una de esas minas que leen el futuro y el pasado sólo con mirar las costras que dejan en el fondo, el Nescafé y el azúcar.
Sonó el teléfono.
- Milove, buenas tardes -
- Martinez, soy Dorita. Entró un mail - se escuchó del otro lado de la línea.
- Dorita - pegó una pitada, y con voz entrecortada, preguntó - ¿ Algún candidato? -
- Candidata. Le leo. " Isabella Ordoñez, 32 años. argentina. Soltera. Estudios primarios completos, secundario en curso (nocturno). Trabaja en una Shell de Capital Federal, vive en Ciudadela. Hobbies: bailar y la pastelería. Busca conocer pareja. Fines serios. Adjunta foto (coherente con su perfil) " -
- Bien. Veremos dentro de nuestros archivos, cuáles son los candidatos que mejor se acercan a su búsqueda. -
- Martinez, tenemos dos nomás, el cajero del banco y el que trabaja en Cancillería. -
- Bueno, bueno, no minimice la cosa, hay mucha gente que aún está esperando una entrevista, y otros tantos que no están enviando la información pedida. Deje todo en mis manos. Ah Dorita, páseme por fax la ficha completa de esta chica -
El hombre de unos cincuenta y pico de años sacó del mueble que tenía detrás, un bibliorato flaco que tenía en su lomo escrito con fibrón negro " 2001 al ...". Sacó las dos primeras hojas, escritas con la Olivetti, cada una con una pequeña foto abrochada arriba a la derecha.
" Diego Puertas. 43 años, Uruguayo. Soltero. Estudios secundarios completos. Vive en el barrio de Morón Norte. Trabaja de cajero en un banco de Hurlingham. Hobbies: Leer novelas policiales y practicar ciclismo no competitivo. Busca conocer alguien con quién compartir su tiempo libre. "
- Va ser dificil encontrarle pareja con esa cara ... - Y guardó la ficha en el bibliorato nuevamente.
" Manuel De Cáceres. 49 años. Argentino, con nacionalidad Francesa. Viudo desde los 29 años. Estudios secundarios completos. Técnico superior en Relaciones Internacionales, Idiomas Francés, Italiano, Inglés. Vive en Barrio Agronomía. Trabaja en el archivo de Cancillería. Hobbies: Coleccionar mariposas, escuchar música ficta y beber tés exóticos. Busca relacinarse con personas de ambos sexos para compartir charlas los fines de semana."
- Está complicada la cosa para este tipo. - También guardó la hoja/ficha. Cerró el bibliorato gris. Se quedó un rato pensando, mientras encendía un cigarrillo negro, el que había quedado en uno de los paquetes que andaban dando vueltas por ahí. Volvió a abrir el bibliorato, pasó varias hojas hasta llegar a una de las primeras, que como otras, tenía una raya roja que la cruzaba de arriba a abajo. Levantó el teléfono que tenía en el piso, a su derecha, lo apoyó sobre una pila de papeles, Y marcó 4553 09...
- ¿Quién habla? -
- ¿ Marcial ? -
- Si, ¿Quién habla ahí? -
- Martines de Milove - dijo esto y escuchó cómo cortaban la llamada del otro lado. Volvió a llamar. Daba ocupado. Insistió una y otra vez, hasta que volvió a sonar.
- ¿Qué quiere? Me tuvo más de un año dando vueltas, sólo me consiguió una cita con una mujer que podía ser mi madre, y que me terminó sacando plata. Usted Martinez no tiene verguenza! -
- Esperá, esperá. Dejame hablar un minuto. Si estás muy ocupado te llamo más tarde. -
- No, que voy a estar... Lo escucho -
- A lo mejor no me porté bien con vos, pibe. Imaginate que este es mi laburo y todos los fines de mes tengo que pagar mil cosas, y bueno, tengo que facturar, sino no vivo. Pero siempre te tuve en cuenta. Preguntale a Dorita, cuántas veces tuve tu ficha sobre el escritorio. Pero bueno, sabrás que con tu discapacidad, se hace dificil buscarte una novia. -
- Ya lo sé. Pero Usted me dijo otra cosa. Y yo creí y me defraudó. Ya ni siquiera me importa la plata que puse. Usted jugó con mi ilusión ... -
- No digas eso Marcial ! -
- Si. Si esperé casi un año fue porque creí en Usted, en todos los cuentos que me contó. De que las mujeres de bien se fijan en los ojos de uno, y no en si tiene piernas. De que conoció muchos casos como el mío que terminaron siendo familias, Y ya no quiero acordarme todo lo que me dijo durante ese tiempo. -
- Y sigo pensando igual. Es por eso que te llamo. Quiero que vuelvas a confiar en mi, y en este caso no habrá dinero de por medio. Vos ya me pagaste. -
- No le creo Martinez -
- Dame una oportunidad - Tosió, como maldiciendo tantos cigarrillos negros, café y todas esas cosas que algún día dejaría, o por lo menos, lo intentaría. - ¿ Seguís teniendo el auto ? -
- Claro, por suerte lo puedo mantener. Sin él, no tendría independencia. -
- Bien. Escuchame bien. Tengo una corazonada, creo que encontré la persona para vos. Hay una estación de servicio Shell sobre Avenida de los Corrales, donde trabaja una chica, Isabella. Decile a Dorita que te pase la dirección y seguramente te dirá días y horarios en los que trabaja allí. -
- ¿ Y le digo que voy de parte suya? Me va a sacar corriendo! -
- Nooo, vos andá a cargar nafta, hablale. Le gusta la pastelería, llevale facturas queseyó, ahí cerca está La Perla que venden unas mediaslunas con pastelera que son la muerte. Hablale de música, que te gustaría bailar, pero que te encanta ver como bailan. No sé que decirte. Te repito, es una corazonada. Andá! -
La agencia nunca funcionó bien, y era Dorita quien más lo sabía, ya que ni recordaba cuándo fue la última vez que cobró su sueldo enterito, de una vez. Y Martinez que esperaba que le salieran los trámites que le permitirían jubilarse, encontraba en Milove, un lugar en donde fantasear con que podría convertirse en una especie de Cupido moderno. Llegó un día el telegrama de Dorita, y junto con él, la llamada del abogado que decía que el mes siguiente ya empezaría a cobrar. Compró un pár de paquetes de bolsas de consorcio y llenó las bolsas de papeles juntados durante todo ese tiempo, el de Milove. Solamente se llevó la Olivetti y el bibliorato gris.
Empezó a caminar la ciudad y descubrió que se veía distinta a la visión que tenía desde adentro de un taxi o un colectivo. Y un martes cualquiera fue por Avenida de los Corrales y en una de sus esquinas, una fila de autos esperaban por entrar a una Shell. Se acercó y en uno de los surtidores reconoció a la chica de gorra roja. Era la misma que la de la foto que le pasara en su momento Dorita por fax. Unos metros mas adelante, al costado de la heladera de Rolito, un hombre en silla de ruedas, preparaba el mate, uno de boca ancha, de esos de color clarito, para compartir, sin dudas.
Martinez respiró hondo, sonrió, e hizo un gesto con su puño derecho, como mostrándole al cielo, vaya a saber qué cosa. Paró un taxi
- Buenas tardes. ¿Dónde lo llevo? -
- No sé. Tenía ganas de subirme a un taxi, nomás! -
Riqui de Ituzaingó
La verdad que en este momento de merda es lindo encontrarse con historias sencillas y con final feliz
ResponderBorrar