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(La) Reconquista (parte 1)

Ya casi era medianoche y el micro de La Veloz del Norte, entraba a la terminal de Reconquista, en una noche fría, poco aconsejable para no tener un lugar cierto donde dormir.  "Paramos quince minutos" se escuchó por los parlantes del colectivo, esos que hace unos minutos dejaban oír las voces en inglés de unos tipos que pergeñaban un plan para robar un tren en los albores del siglo pasado.

A través de los grandes ventanales que rodeaban al hall central, se podía ver allá en el fondo las luces del bar/confitería del lugar, aún atendiendo, lo que fue un alivio para Julio.  Algo caliente debía comer y tomar y después ver dónde pasar la noche.

Mesas para elegir había y se fue a una que estaba en la otra punta de la puerta para evitar una corriente de aire, que a esta altura de la noche, no sería muy oportuna soportar.  A dos o tres mesas una familia con cara de sueño y frío esperaban con un par de valijas, vaya a saber si un nuevo micro o alguien que los fuese a buscar. Más allá un tipo leyendo un libro y tomando un tazón de café con leche (por lo menos, la taza tenía pinta de haber sido hecha para eso).

-  Buenas noches, ¿Qué le sirvo? -

-  ¿Qué se puede comer caliente? -

-  Ya cerramos la cocina, le puedo ofrecer algún sánguche, empanadas o medialunas -

-  Un especial de jamón y queso ¿me puede hacer? -

-  Si -

-  Y tráigame un café con leche -

Aprovechando la demora del pedido, fue al baño se lavó la cara y se quedó mirando al espejo.  Estaba medio desprolijo, quizás le vendría bien un corte de pelo y también una afeitada.  O no.  A lo mejor era el momento de dejarse crecer el pelo canoso que orgullosamente cubría toda su cabeza y la barba, como cuando hace chiquicientos años había entrado a estudiar Ingeniería.  Casi que era un requisito esencial para formar parte del alumnado.  Entró luego de un buen examen de ingreso y no fue mucha su vida en ese claustro, en menos de un año se dio cuenta que no había vocación y que con que tuviese facilidad para las matemáticas, no alcanzaba.  Y como estaba en una oficina de un productor de seguros, largó los libros y se puso a trabajar entre pólizas y siniestros, en distintos lugares hasta que  sorprendió una mañana, pidiendo la jubilación, sin penas y sin gloria.  Bah, eso dijo Él.

-  Su pedido, le voy cobrando.  Yo ya dejo mi turno -

Julio miró el tiquet y junto con el billete tornasolado, le dijo -  Cóbrese y quédese con el vuelto.  Una pregunta ¿Algún lugar para pasar la noche? -

El mozo agradeció con la cabeza y con cara de cansado contestó - Allí a media cuadra hay una pensión, donde paran muchas veces los choferes, pero es muy tarde, no creo que esté alguno de los dueños, solamente el sereno para abrirle a los últimos en llegar.  Sino pida un taxi y vaya al centro, a lo mejor tiene suerte -  Y se fue rumbo a la caja, a rendir lo recaudado, dejó la servilleta, la chaqueta y se sirvió un café, como para templar el cuerpo antes de volver a casa.

Julio miró el reloj que estaba detrás del mostrador, ya era casi la medianoche y los vidrios de las ventanas que daban hacia la avenida comenzaban a empañarse lentamente, señalando que bastante frío estaría esperando afuera a aquel que quisiese ir a buscar una cama caliente.  Le pegó otro mordiscón al sánguche, lo acompañó con un sorbo de café con leche, y comenzó a prestarle atención a las sillas plásticas que estaban en el medio del hall.  Ese parecía iba a ser su destino, por lo menos lo que restaba de esa noche.

Tomó lo que quedaba en la taza, agarró un par de servilletas, su mochila y encaró hacia una fila que estaba cerca de los baños contra la pared, bien lejos de las puertas.  Se acomodó y comenzó a ojear el suplemento deportivo del diario que alguien había dejado sobre una mesa vecina.

- Qué barbaridad, che! -

A dos o tres lugares sobre su izquierda, Julio vio sentarse a un tipo de unos cincuenta años, muy abrigado, con una especie de sobretodo o piloto de color canela claro, bufanda, y un bolso de mano, seguramente con ropa para unos cuantos días, teniendo en cuenta su tamaño.  Volvió su mirada a la página que comentaba sobre las pruebas de clasificación del TN en Rafaela, noticia que no era de su interés, pero como la noche iba a ser larga, debía leer cualquier cosa hasta que le agarrara el sueño.

-  ¿Espera el de Rosario?  Viene muy atrasado dijeron recién, se ve que hubo un accidente en la ruta.-

-  No -  Fue la respuesta.  Si quería que le viniese el sueño, lo menos indicado era ponerse a charlar.

-  Es el último micro de la noche, así que...   ¿Lo rajaron de su casa?  ¿Qué cagada se mandó? -  Y se arrimó un asiento quedando a dos de Julio.

-  Llegué hace un rato y no tengo dónde ir a dormir, por lo menos hasta que aclare.-

-  Y, a esta hora es jodido.  Pero Usted también, cómo se va a mandar sin una reserva! -

-  Bueno, son circunstancias.-

-  Si quiere le recomiendo un hotel, donde yo paro habitualmente.  Me dijo su nombre.... -

-  Julio.-

-  Ahhh claro, Julio.  Tome esta tarjeta, dice que va de parte de Félix, el Doctor.-

-  Gracias, ¿médico? -

-  No, soy Contador Público Nacional, e hice muchas especializaciones y cursos, mucho más que un doctorado y como me la paso solucionándole los problemas a la gente, me llaman así y creo que me lo merezco.-

-  Ahh, claro.-  Julio se dio cuenta que estaba a menos de un metro de un chantapufi como le gustaba llamarlos.  Pero bueno, debía elegir entre ver si habían bajado el récord del circuito de Rafaela o escuchar a Félix, que seguramente algo tendría para decir.

-  Lo veo muy abrigado ¿viene de lejos?- Julio dobló el suplemento deportivo del diario, lo apoyó sobre su mochila, respiró profundo y esperó que surgiera una de esas historias por las cuales había iniciado su periplo hace ¿cuántos días en su citroën 3cv?? -

- Mire... ¿me dijo su nombre? -

- Julio.-

- Ah sí, disculpe, es que a esta hora de la noche no recuerdo ni mi nombre.  Me decía de la ropa, yo siempre vengo con mucha ropa porque no se cuánto tiempo me tengo que quedar, hasta que mis clientes queden conforme y el trabajo terminado.-

- Y qué tipo de trabajos hace usted? -

Félix se sacó el sobretodo y la bufanda, se corrió hacia la butaca que estaba al lado de Julio y poniéndole una mano sobre el hombro, le dijo: - Mire Julito, yo creo que la palabra Doctor muchas veces no se asocia con mi conocimiento sobre leyes y reglamentaciones sino que en más de una oportunidad "curo los patrimonios de mis clientes" -

- Aja... -

- No voy a darle demasiados datos, en cierta oportunidad tuve que resolver un problema de un chacarero de esta zona cuyo patrimonio equino era muy superior a lo que decían los libros.-

- ¿cuatrerismo? -

- Nooo - se ve que el padrillo que había criado con amor y esmero mi cliente resultó ser excesivamente fértil y preñó cuanta yegua se cruzaba en su camino, inclusive las de campos vecinos.-

- ¡No me diga! ¿y de qué números estamos hablando? -

- Bueno, según la última declaración jurada tenía 23 animales. Yo, haciendo un relevamiento, sin entrar en detalle, vi más de 200 -

- ¡Ah la pelotita!! -

- Imagínese, le dije a este hombre "entiendo lo de la fertilidad, pero yo soy contador, no soy Jesucristo que multiplica los panes o en este caso los caballos. Vamos a tener que pensar alguna solución y las soluciones en este caso no son baratas". -

Julio dejó la mochila a un costado, se cerró la campera, estiró las piernas cruzando sus pies en forma de tijera, cerró los brazos acomodando sus manos en las axilas y mirando a Felix le ofreció un gesto de alta concentración, una especie de reverencia al Fulano que le estaba regalando semejante relato.

- Y no se crea que todo se soluciona con dinero, los años de experiencia, el manejo de las situaciones y los contactos que desbordan la agenda de uno, merecen ser reconocidos. Le digo algo, me bastaría un buen abrazo de agradecimiento y ver la felicidad en el rostro de mi cliente, pero últimamente me están aumentando las expensas del departamento y qué quiere que le diga, en este país todo aumenta minuto a minuto y ya no hay plata que alcance. -

- Claro, lo entiendo. ¿Entonces? -

- El problema mayor surgió cuando me enteré que no eran caballos comunes, sino que eran ejemplares que se usaban en las exposiciones para paseo y cuyo entrenamiento costaba mucho más que el valor del animal en sí. Y por supuesto que todos estos ejemplares estaban debidamente anotados en un Registro Nacional de Caballos de Paseo. -

Felix detuvo brevemente su relato, sacó del bolsillo exterior de su bolso un aerosol de plástico chiquito con el que pintarrajeó su garganta. Lo guardó y del bolsillo de su abrigo sacó un paquete de pastillas DRF, le convidó una a Julio que fue rechazada con un ademán y se puso una en su boca. De naranja y era el lubricante justo que ameritaba para continuar con la historia.

- No quiero hablar de cifras pero el problema era de varios millones... y de los verdes. Le dije a este buen hombre que me diera un par de días para pensar una estrategia conveniente. Me fui al hotel, ese que le recomendé, y comencé a hacer llamados con colegas de la provincia de Santa Fe y también me comuniqué con un funcionario público de la Nación. No podíamos justificar una compra de los animales porque todos estaban registrados y tenían un dueño anterior. Yo pensé que lo mejor sería hacerlos figurar como caballos de equitación, pero si bien era una posibilidad, lo que tenía claro era que la única solución posible era deshacerse de todos estos equinos.-

- ¿Y nadie le reclamó por los caballos? ¿sus dueños o no sé...?-

- Mire Julito, yo no pregunto mucho, confío en la buena fe de mi cliente pero, por lo que supuse, estos animales venían de lejos... muy lejos.-

Y el Contador continuó...

- Con la ayuda de mis "contactos" organizamos rápidamente la Fiesta Provincial del Caballo Argentino. Durante un mes empapelamos la Ciudad de Reconquista y aledaños invitando a participar de tan importante evento. En la entrada del campo de mi cliente montamos un escenario para que hable un locutor y participe algún grupo folclórico de canto y de danza, hicimos tres pistas de paseos y un circuito de salto. Alquilamos enormes carpas, mesas y sillas como para quinientas personas y convocamos, entre otros, a Mario Spicura, decano de los payadores de la Banda Oriental. Trajimos del Chaco al equipo de asadores del Club Sarmiento de Barranqueras, cuya fama asando reces a la estaca trascendía los límites de la provincia.- Felix se detuvo, sacó el paquete de DRF naranja, le volvió a ofrecer a Julio, esta vez fue aceptado su convite y poniéndose una en la boca, le dijo: - ¿le sigo contando?-

- Siga, siga!-

- En menos de lo que canta un gallo organizamos todo con una precisión casi suiza.  Y llegó ese domingo tan esperado! Con la claridad del alba comenzaron a llegar las chatas de los chacareros vecinos y no tanto, para participar de este evento inédito en esta zona. Nosotros, desde el día anterior, estábamos preparando a todos los empleados del Club Renato Cesarini de Rosario en los corrales del campo, para que aprendieran el personaje que debían interpretar en esa tan magna jornada: peones que pasearían a todos los ejemplares delante del Gran Jurado para elegir a los mejores exponentes de cada categoría. Eso se llevaría a cabo luego del gran asado con gran cantidad de vino que serviríamos al medio día, terminando la jornada con un remate de todos los ejemplares que fueron protagonistas de la muestra.-

Julio lo miró y acompañando su entonación, casi que se mete en el relato. -...entre todos los caballos seguramente desfilaron los de su cliente y entre remates, subastas y vino lograron "blanquear" la venta de los caballos en cuestión.-

- Ni yo lo hubiera explicado tan bien! Todo quedó registrado, no en papeles pero sí en los diarios de la zona y en los videos de televisión del canal local. Ahí ya teníamos el problema resuelto, solamente fue cuestión de acomodar algún número, algún papel. Y bueno, decirle a mi cliente que en un futuro sea un poco más cuidadoso.-


"Se anuncia la llegada a plataforma 2 de "El Rápido" proveniente de Rosario y que debido al retraso con el que arriba, le pedimos a los señores pasajeros que tengan pasaje a Rosario que se acerquen a la unidad, ya que pronto emprenderá la vuelta a la ciudad mencionada". Felix se colocó la bufanda, tomó el sobretodo y el bolso y se despidió presuroso de su interlocutor antes de emprender el regreso a su Ciudad. - Un gusto conocerlo Julito, ya sabe, cualquier problema que tenga se comunica conmigo.-

Julio le hizo una reverencia con su cabeza y su mano derecha, la que volvió a colocar debajo de su axila izquierda. Cerró los ojos y con una sonrisa intentó dormir un rato mientras en los parlantes del hall de la Terminal se escuchaba esta canción:


(hagan click sobre el link y suban el volumen)


Continuará....


Riqui de Ituzaingó

Comentarios

  1. Empecemos por el principio, Julio fue a estudiar ingeniería, se dejo la barba y abandonó... me hizo acordar a alguien... Vio en el diario el resultado del TN en Rafaela y se acomodó unas sillas para dormir... Asocio en parte una propia historia... Me encanta la asociacion, me encantan tus historias, me hacen feliz leerlas.. Nunca dejes de escribir!!!
    Ana Lidia Pagani

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