APara Adri
Creí leer por ahí que la energía que nos rebalsa cuando amamos, cuando somos felices, o cuando vivimos, no se pierde, definitivamente se transforma. Como lo enunciara el viejo loco ese, aunque creo que le faltó un Apéndice para referirse a las cuestiones estrictas de nuestro corazón y de nuestra alma. Yo me creí eso, y es por eso mismo que ando siempre buscando la explicación a los fenómenos naturales, alguno me dirá que estoy medio loco, puede ser, pero no me roza, sé que es sólo cuestión de ajustar nuestra visión.
Hace ya muchos días, muchos de verdad, quise pedirte explicaciones, pero no tuve dónde hacerlo, y entonces no me quedó otra que buscarte, ahí dónde solo yo podría encontrarte. Me senté en el cordón de la vereda a esperarte, de noche como siempre, y miré. El cielo, insoportablemente plomizo anunciaba un aguacero de de esos que no se ven en años. Con una claridad que asusta cuando no debería haber luz ni para caminar, se barajan reflejos de luces escénicas, ajustando el entorno para recibir este futuro que ya me cosquillea la nariz. Ruido de motores que calientan, retumbaban aquí y allá, dejándonos sordos, agradablemente sordos. Y cada tanto nos deslumbraban esos chispazos que hacen saltar a desprevenidos que dejan llenas de chichones las paredes y el techo. El aire cada vez mas pesado, mezcla de mil humos que aumentan nuestra miopía, nos hacía rogar que de una vez por todas se largue a llover. Un par de pájaros que seguramente se quedaron de garpe, pasaron rápido, sin saludar perdiéndose en dirección a la Base Aérea. Presentí un enorme suspiro, que silbaba al ritmo de ese chiflido característico de mil años de cigarros negros y de dormir mal, y tanto aire moviéndose, me hizo guarecer levantando el cuello de mi camisa, entrecerrando los ojos y buscando bolsillos debajo mismo de mis brazos. Se me volaban los pelos, y lo tomé como un chiste, uno más. Si ya sé, los días de viento se vuelan las chapas de los galponcitos, jajaja!!!, ya te va a tocar a vos!. Comenzó a gotear, suavemente. Podía reconocerte en cada gota, y a mi lado, contra el cordón se hizo el charquito, y cada agüita que pegaba en él, iba formando una música. Salpicaba diciendome, "dale, cantá vos también! no seas amargo". Pero preferí seguir escuchándote, como siempre. Las gotas se hicieron lluvia, y el cielo ya no fue mas gris, para dejar ver la luna, las estrellas, y también el sol, invitado especial de esa noche. Cada vez llovía más intenso, y el agua ya no era, sino haces de luz que rebotaban por doquier, verde rabioso, botella, musgo, blanco, rosa y celeste. Plata, gamuza, y finalmente los colores metálicos que nos recordaban al brillo atroz que tenía la televisión esa que pagamos como veinte centavos por día.
La lluvia empezó a ponerse fría, pero no quise moverme de ahí.
Riqui de Ituzaingó
Me gustó, se me llenaron los ojos de lágrimas y lo recordé cantando esa zamba que tanto me gusta.... MUJER NIÑA Y AMIGA!!!!
ResponderBorrarCantando, siempre cantaba y nos invitaba a cantar, tanto que hasta a mi me animó....
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