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Ruta 14 (parte 2)

Decían que en esta parte de la provincia, las rutas estaban en buen estado, no autopistas como en San Luis, pero algo lisito para no andar corcoveando cada dos por tres por culpa de los pozos.  Pero no era este el caso de la Ruta 14, por lo menos en este tramo; la suspensión del Citroen se la iba a bancar seguramente, pero Julio, igual sufriría como el que más.  Ir a dos por hora, era una buena opción, "nadie me corre"
A cada una de las veras del camino se veían campos con ganado en algún caso, y con sembrados en otro; llamaban la atención los molinos, ya había visto varios en un trayecto relativamente corto.  Y los árboles, esos altos y finos, alineados marcando caminos o protegiendo a los cultivos de los vientos fuertes, así por lo menos le habían contado los clientes de la Compañía de Seguros.  Es que si bien Él no vivía en una ciudad grande, tampoco andaba yendo y viniendo por zonas rurales.  Rosario, casi siempre, alguna vez a Pergamino y unas pocas a Buenos AIres, por temas del trabajo.  Y trataba de hacer esos viajes en micro, y si era posible, de noche.  Le gustaba aprovechar esos viajes para leer y escuchar música.  Para eso tenía un morral de cuero siempre listo con algún libro sin empezar (especialmente los que contaban las historias de los lugares; su predilecto era el referido a las Iglesias de la ciudad de Salta, listo para ser leído en el próximo viaje) y un Walkman de los años noventa, impecable como todas sus pertenencias, con tres o cuatro casettes con compilados de música: Una selección de zambas, otro con tangos cantados por minas, Luque y Graña entre otras, Serrat en otro compilado solito, y su mayor gema:  el que tenía la música de las más importantes novelas, desde los setenta (Rolando Rivas) hasta las de fines de los noventa, con el Paz Martinez como principal compositor.
Pero en el 3CV no había ni radio,  Julio creía que el auto formaba parte de su cuerpo y debía escuchar cada uno de los sonidos que desde él se desprendían. Suspensión, las puertas que a veces aplaudían un poquito, lo mismo el capot, el latir del motor, y el viento, que era el mejor indicador de velocidad de marcha en la ruta.  Eso si, siempre silbando, nada en especial, lo que apareciera entre sus labios, Charly García por ejemplo.


Algo raro se veía en la ruta, un par de kilómetros adelante, y enseguida vió el cartel naranja y la palabra desvío, pero llegó al lugar de la obra sin poder salirse de la ruta.  Paró el auto y se acercó a uno de los grupos que estaban al costado de un camión de la Provincia.

-  Buenas ¿Cómo hago para seguir? -
El más gordito, de campera con pinta de Capataz, lo miró y le dijo: - Mire, acá tenemos ´para un par de horas, ¿para dónde va?
-  María Teresa - 
-  Le conviene, volver un par de kilómetros para atrás, y va a ver que por su derecha sale un camino de tierra, una huella, pero está buena.  Le da por ahí unos veinte minutos y se va a encontrar con la ruta vieja.  Ese fue el primer acceso a María Teresa - 
-  ¿Y si quiero seguir por esta ruta? - 
-  Y va a tener que armarse de paciencia, hoy hay tres cuadrillas trabajando.  Eligió un mal día -
Con una cara de confundido volvió al auto "¿Cómo cortan toda la ruta así porque asi?".  Puso primera y encaró hacia atrás.  Ya tenía sol de frente, pero no molestaba mucho, era tenue, más una compañía que una fuente de calor. No fue mucho lo recorrido y apareció una huella, poco se parecía a un camino, pero a un costado, sobre la izquierda se veía alambrado; era una señal.  Se podía ir, despacio eso si, el problema era la tierra que levantaba su paso y el viento que a veces pegaba de costado.  Ese camino parecía estar hecho para tener acceso a alguna parte de el campo que estaba detrás del tendido de alambres y palos. "Soja" arriesgó.  Todos los datos que había recogido eran que cuando había un sembrado muy verde seguro era soja; igual ¿quién lo iba a contradecir?
Bifurcación, derecha o izquierda.  La Izquierda acompañaba el campo, la otra ,no, pero iba en la dirección de su destino final "vamos por derecha".  Ahi la huella era tal, había charcos y barro, otro era el paisaje, "nada que ver con la sequedad del suelo de diez minutos atrás, como si hubiesen regado por acá", pensó Julio, dejando de silbar.  Necesitaba máxima concentración para no quedarse encajado.  A lo lejos se veían árboles en fila, quizás hubiese una entrada dónde preguntar.  Una tranquera abierta y una casa a no más de cien metros.  Se bajó sin parar el motor y vió un hombre por allá - Oiga Don! - pegó el grito
- Pase, pase - se escuchó a lo lejos.  El hombre hacía señas con los brazos.  A medida que el Citroen se acercaba, se escuchaba - Dele nomás, dele - Algunos animales sueltos, principalmente gallinas y dos perros que se le pusieron al lado, como custodiando su paso
-  ¿viene por los lechones?  Va a tener que esperar un rato, justo nos agarró comiendo algo -
-  Buen día.  yo solo quería saber si este era el camino correcto que me lleva a María Teresa - 
-  Uhhhh, nooo, ¿de dónde viene? - 
- Iba por la Ruta 14 y estaba cerrada, y me indicaron por acá, eso entendí yo- 
-  Venga, pase, mientras se come un pan casero le indico.  Che arrimale un jarro de mate cocido al hombre! - 
Al costado de la casa, un techo de ladrillos montados en vigas de madera, delineban una galería, larga, todo a lo largo de la construcción.  Piso de tierra y una mesa hecha con tablones, como para más de veinte personas y bancos de madera también, era el lugar dónde unos cuatro peones hacían la parada de la mañana.
-  Le deben haber dicho que vaya por la ruta vieja - comentó el hombre que lo había recibido - Me dijo su gracia...-
-  Julio - 
-  Julio, mucho gusto, yo soy Froilán, y estos son el Enrique, el Carlo y el Chiquito, pa´servirle -
Julio asintió con la cabeza y sopló el mate cocido que estaba hirviendo, justo Él, que tomaba casi todo frío, "pero no era cuestión de andar despreciando"
-  Se pasó, era una entrada antes, pero bueno hay un camino que lo saca al final de la ruta vieja - 
-  y cómo llego ahí?  - pregunto con la boca llena de el pedazo de pan de campo, que parecía estaba muy bueno.
-  Tuvo suerte Don.......  - 
-  Julio - 
-  Don Julio, si si.  Me hace la gauchada y me lo lleva al viejo que tiene que viajar a María Teresa, y Él lo va guiando.  Qué mejor guía, nació acá - Froilán se dió vuelta hacia la casa y pegó el grito - Vieeeejooooo! -
-  Qué querés? - Se escuchó desde adentro de la casa.  Y de repente apareció un viejo de verdad, en calzoncillos largos y musculosa de esas que se ponen debajo de las camisas - ¿Qué querés? - 
- Pero viejoooo, qué hace que no se cambió todavía, se tiene que ir al pueblo- 
-  ¿Vino el de la leche? - 
-  Apúrese que lo lleva el Señor, no lo haga esperar.  Encima que se ofreció, no lo demoremos hombre!!! -   Froilán se dirigió a Julio - El Viejo hace rápido, se pone algo de ropa y ya viene - 
-  Olvídese - Julio, respondió con cortesía, no con su mejor cara - ¿Un baño por acá? - 
-  Ahí atrás del limonero hay una letrina, si no le hace asco...-
Julio tomó lo que quedaba en el jarro, mordió el último pedazo de pan, y se fue en dirección al limonero.
-  Vamos viejo, apurese, va en el auto amarillo con el hombre.  Ponga las jaulas en el asiento de atrás - 
Julio salió rápido y viendo la escena empezó a correr al Citroen - Ehh ¿qué hace? ¿cómo me va a meter gallinas en el auto? -
- No se preocupe, son sanitas, no pasa nada!- y dirigiéndose al Viejo - ¿le puso unas arpilleras arriba del asiento?  No le va a ensuciar el auto al hombre -  Julio no salía de su asombro y se agarraba la cabeza, con resignación, porque se dió cuenta que ya era un hecho consumado.  Iban a viajar dos pasajeros con dos jaulas de gallinas.  El viejo se acomodó en el asiento del acompañante y le dijo a Julio - Vamos! - 
-  Gracias Don Julio, la próxima vez véngase con un poco más de tiempo y carneamos un animal - Fue la despedida de Froilán.
El Citroen enfiló para la tranquera que todavía estaba abierta.  El chofer empezó a silbar algo que no respondía a ninguna canción, quería hacer un poco de ruido para que se le pasaran los nervios.
El viejo lo miró y le dijo - ¿Trajo mate? - 
Julio lo miró, no le contestó y siguió silbando.  El viejo eructó, tosió y escupió sobre el cubrealfombras del auto
"No va a ser fácil el viaje" pensó Julio.  Y silbó más fuerte


La huella estaba muy marcada, ya había barro por todos lados; Julio siguió como si nada.  Apretó el acelerador, con la seguridad de un baqueano, andador de estos paisajes.




Continuará...


Riqui de Ituzaingó 














Comentarios

  1. Ahhh, si esto lo lee el OVU se muere!!!!! Me imagino que habrá más av(desv)enturas de Julio y su 3CV, ¿no?

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  2. Vamos por el tercer capítulo que me tenes intrigan jajaja

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  3. Esto se está poniendo bueno.....capaz las gallinas le ponen un huevo en el auto... Jajaja te imaginas que en lugar de Julio fuese Roberto? con dos gallinas en el auto.....😂😂😂😂

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