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Más de treinta y siete escalones

(Este es un reportaje extraído de la versión dominical de El Heraldo de Firmat en su edición del día 11 de abril del 2021.  Jorge del Solar, entrevista a Eliseo Pereyra, nuevo Record Guinness, el primero oriundo de la localidad de Salto y alrededores)


- ¿Cómo fue que se le ocurrió esto de las escaleras? -

-  Yo nací en el campo, cerca de Salto, en un caserío dónde vivíamos. con mis padres y tres hermanos, todos más grandes que yo.  Era todo llano, hasta dónde nos dieran los ojos.  Correr era la manera natural que teníamos de hacer propia semejante extensión de tierra.  Nosotros, y los animales también, los caballos, los perros y hasta las gallinas intentaban alguna carrera cuando algo las molestaba.  Pero un día mi padre se enfermó y hubo que llevarlo a la Capital.  Yo era demasiado chico como para quedarme a cargo de mis hermanos y me llevaron a lo que fue mi primer viaje en tren.  Si bien para cualquier chico de mi edad viajar en una formación de vagones de pasajeros sería una experiencia casi fantástica, a mi lo que me sorprendió fue ver en las estaciones, ya casi entrando en la ciudad, que la gente salía o entraba de los andenes, subiendo o bajando, lo que luego conocería como escalones.  Me costó entender que todo no fuese llano como en dónde yo vivía.  Y la forma que tenían esos escalones, cuadrados, uno arriba del otro me encandilaron, como si hubiese visto el mejor de los regalos que un niño de mi edad pudiese esperar.  Desde ese momento, no dejo de sorprenderme cuando veo alguna escalera diferente al resto, aunque en realidad, no hay dos que sean  iguales -

-  Por entonces Usted era chico y vivía en el campo.  ¿Cómo siguió su relación con las escaleras? -

-  Cuando tenía doce años, mi padre enfermó y se murió, nosotros nos fuimos del campo, y yo fui a vivir durante un tiempo con unos tíos, hasta que la familia se acomodase en la Capital.  Una casa linda, muy diferente a lo que yo conocía, y que tenía en su entrada, dos escalones de mármol para llegar a la puerta, y en el fondo había un patio, y en su parte de atrás, el acceso a una terraza, con una imponente sucesión de escalones que durante el tiempo que viví allí, fue el lugar dónde pasaba todas las tardes, al volver del colegio y luego de haber hecho los deberes que me daban.

- Ahí jugaba ...

-  Ahí vivía.  Tenía 37 escalones con dos descansos, uno en el medio de su trayecto y otro arriba, justo antes de acceder al techo de la casa.  Los tíos eran grandes y casi no subían, eso me  permitió ir construyendo un paisaje propio, no se si para jugar, creo que estaba ideando cómo me gustaría que fuese mi mundo.  

-  Un mundo de fantasía

-  Ehhh, no tanto, porque de a poco y con los elementos que tenía, lo fui construyendo.  Tierra, piedritas, y arena.  Algún cajón de madera, seguramente de frutas, un ovillo de lana que había quedado por ahí y que la humedad lo castigó.  También descubrí que en  la cocina podía encontrar mucho material, principalmente harina, indispensable para fabricar engrudo.  Fideos, café, lentejas, todo servía, y papel, siempre en las cocinas hay papel

-  ¿Qué construyó ahí, y recuerda porqué se le  ocurrió? -

-  Mi mundo era llano, mi lugar lo era.  Y, cosas de chicos, pensé que cada escalón tenía que ser una lámina diferente, o por lo menos, a cada peldaño le dedicaría algo especial.  En el descanso que estaba a mitad de camino hice la casa dónde me gustaría vivir, con techo de paja de escoba y paredes de madera de cajón de fruta.  Cada escalón tenía algo distinto, gallinas, árboles, sembrados, corrales, y hasta un arroyo. Terminé haciendo mi propio mundo a imagen y semejanza de aquél dónde me había criado.  Y arriba en el último descanso y usando una partecita de la terraza, la estación del tren, igualita a aquella misma que hubo de ser la puerta de entrada a toda esta locura que lleva varias décadas (no quiero hacer cuentas!) -

- ¿Qué otro recuerdo tiene de los primeros años de esta pasión? -

-  Nos mudamos con uno de mis hermanos que había venido a trabajar a la Capital, viviendo en un departamento que estaba en un edificio de tres pisos, con dos escaleras, una que estaba en el patio trasero, siendo todo su recorrido al  aire  libre, y una interna, la que más se utilizaba.  Infinidad de veces las subí y las bajé hasta llegar a conocerlas tanto que las podía recorrer con los ojos vendados, a paso vivo y mas de una vez, corriendo a oscuras. -

-  Me decía que en un momento comenzó a llevar un registro de cada escalera.. -

-  Comencé  a anotar en un cuaderno las características de cada una, su ubicación, cantidad de escalones, y algún detalle que la caracterizara, como para que me sea  más fácil recordarla.  Hoy en día ya tengo casi trescientos cuadernos con anotaciones, prolijamente guardados en cajas, en la casa de tres amigos que entienden que esto es mi vida -

- ¿ Cuántas escaleras tiene registradas? -

-  Este año espero llegar a las siete mil ochocientas -

-  ¿Siete mil ochocientas?  A ver, si visita una por día, son más de veinte años subiendo y bajando escaleras -

-  Y más también! -

-  Usted ha recorrido el mundo, y se habrá sorprendido más de una vez con los ejemplares descubiertos.  ¿Qué nos puede relatar como ejemplo?

-  Hay una isla en Japón, volcánica, que tiene un par de montañas pequeñas.  En una de ellas, hay una escalera que la rodea hasta llegar a su cima, la cual fue toda tallada en la misma piedra de la montaña.  Hay dos recorridos que invitan a hacer los lugareños, uno al amanecer y otro al atardecer.  A medida que uno va ascendiendo, el paisaje que se va presentando ante los ojos, cambia permanentemente como consecuencia de la diferente intensidad de la luz que pega hacia  los cuatro puntos cardinales, como si  fuese un caleidoscopio natural.  Los días de lluvia y tormenta nadie se anima a hacer ese recorrido.  Dicen que el que sube en el medio de una tormenta se va metiendo en otra dimensión, dónde puede ver todo lo malo que pasó y que pasará, sin ningún órden lógico, volviendose completamente loco al final  del trayecto.-

-  Interesante -

-  Otra que me llamó la atención por lo inexplicable, es una escalinata que se mete  en una cascada, en el sur de Venezuela.  Uno accede por un camino de piedra caliza que entra en el espejo de agua, allí donde cae la cascada de aguas transparentes, tanto que el sol que siempre está presente, se refleja en el fondo, dificultando la  visión  y teniendo como única referencia para encontrar los escalones, el tantear con los pies, y no mucho más que eso.  Al encontrar el primer escalón, pareciera que todo se volvería sencillo, pero ahi comienza la principal dificultad, caminar dentro de la cascada, aturdido por el incesante caer del agua, y sin tener la posibilidad de elegir a cuál de los cientos de destinos posibles ir.  Yo aparecí en una salina, un campo completamente blanco, sin caminos para dónde ir; me senté a esperar y al caer la noche, un viento arremolinado me levantó  por los aires y me revoleó sobre el espejo de agua, donde precipitaba esa hermosa caída de aguas.  Luego pregunté, y me dijeron que hubo gente que terminó arriba de un edificio, o en una caverna, pero estos son unos pocos afortunados, como yo, los que pudieron contarla.  Otros no volvieron -

-  Y un día surgió la posibilidad del Record Guinness.  ¿Fue suya la idea? -

-  Hace unos años, llegué a un pueblo en la campiña francesa a visitar un castillo de más de quinientos años, famoso por su forma triangular, coronado por tres torres de distintas alturas, desde donde puede observarse toda la zona, y estar atento a la llegada de invasores (ese fue el motivo inicial de su construcción).  En el pueblo, la  misma tarde de mi llegada, me crucé en la plaza a un tipo con pinta de expedicionario o algo así.  Me acerqué y vi que llevaba un cuaderno grande en la mano, y no tuve dudas - Hello, Are you looking for stairways? (¿buscás escaleras?) -  le dije, me miró, me sonrió y me dijo - No hablo ingles -  Resultó ser un Vasco de Bilbao, que estaba muy cerca del record Guinness, -  Hoy está en 7500 registros, no estoy lejos - me confesó.  Yo le dije que tampoco estaba lejos e esa cantidad, pero que no quería alcanzar ningún record, que simplemente lo hacía por placer.  Él me alentó a que lo intentara, y finalmente quedamos en  que cuando lleguemos a 7750 cualquiera de los dos, nos presentaríamos a certificar, y el que ganaba, le pagaba un pasaje al otro para conocer el país del ganador y festejar con una botella de vino -

- Por lo que entiendo el que llegó primero fué Usted..-

-  Hace unos meses me escribió un correo, y me  contó que había llegado a la cantidad que nos habíamos puesto como meta.  Lo felicité y le dije que ya iba a preparar mis valijas.  Me dijo que esperara porque si bien el número lo tenía, le faltaba conocer la más preciada, la que rodeaba la montaña de la isla de Japón. Mi comentario no pudo ser otro que "no desafíes al destino, disfrutá de las vistas de primavera".  Su contestación fue la que yo presentía "Hombre, yo soy Vasco.  No puedes ni siquiera pensar semejante cosa.  Romperé el mito".  Y ese fue el último mail que recibí.  Nunca más supe más nada de Él.  Y le cuento la última, hace unos días fuí a dar un reportaje a una radio, y cuando conté esta historia, el operador puso una canción, y mientras la escuchábamos, el locutor me contó, de qué se trataba, porque nunca la había escuchado, soy hombre de folklore -

(hagan click en el link y suban el volumen)


Riqui de Ituzaingó

 











Comentarios

  1. Hermosa historia... me encantó, yo no registro los escalones de las escaleras pero siempre los cuento, lo mismo que los baldosones de la calle, Ricardito se agarró mi misma costumbre... La del duplex tiene 12 escalones!!!!!.
    Ana Lidia Pagani...

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