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Entradas

Orlando

En el último día de diciembre, esta zona de Buenos Aires, recibía una lluvia  de papelitos, desde casi todas las ventanas de los edificios de oficinas.  Era momento de limpiar archivos, cerrar proyectos que nunca se harían, y por sobre todas las cosas, hacerle saber a la ciudad toda, que otro año lleno de energías estaba a punto de iniciarse. Desde la plaza donde muere la avenida, cada vez que los semáforos se iluminaban de verde, los taxis y los colectivos (raro ver un auto particular un treinta y uno) hacían olas sobre ambas veredas, como si el canaval se hubiese adelantado y las fachadas de los edificios debieran cubrirse de papel picado. Habrán pasado treinta o cuarenta años, y los oficinistas más viejos, hoy ya jubilados, les cuentan a sus nietos de las cascadas de hojas oficio partidas en seis u ocho, y de las serpentinas que volaban desde lo alto, dejando atrás infinitos totales y sub totales que fueron armando los balances del año que se estaba yendo.  Los días qu...
Entradas recientes

Construí tu propio barco

Cada semana, los miércoles o jueves, Juan, el diariero, hacía la recorrida con su bicicleta por esa zona del barrio.  Ahí en lo de Marcos dejaba el Billiken y no lo verían pasar hasta el domingo cuando revoleaba en varias de las casas de la cuadra, el pesado diario del domingo, con sus suplementos y revista incluída.  Yo no sé si en otros lugares pasaría lo mismo, pero pagarle a Juan era un problema.  Todo empezaba con poder pescarlo.  Había que estar atento para escuchar el " Diaaaariioooo" y salir corriendo, aunque la mayoría de las veces ya había pasado y sin Cristo que lo hiciese pegar la vuelta.  Uno se preguntaría ¿y porqué no ibas a pagar al puesto y listo?   La respuesta es sencilla:  No sabíamos cuál es el puesto. En charlas ocasionales de vecinos, siempre estaba el que afirmaba que el puesto era el  de la calle del colectivo, frente al mercadito.  Algo totalmente incomprobale.  Primero que existiera el puesto y en ese caso, que...

Fabuladores de furgón

En el horario de las 00.30, el tren solía venir casi vacío, era muy poca la gente que iba hacia la Capital.  No se me ocurre quién.  Laburantes, no creo.  Quizás alguno que anduvo visitando parientes y lo invitaron a cenar, o vaya a saber quién más.  Yo estaba dentro de la categoría vaya a saber quién más .  En realidad esa noche quería aprovechar  el boleto de ida y vuelta, y si no era este tren, perdía toda oportunidad de viajar gratis. Había subido bien adelante y me puse a caminar un poco, de vagón a vagón.  No lo pensé en su momento pero es lógico, si el motivo del viaje era solamente viajar, había que buscar algo más que contar.  Uno nunca sabe con quién puede encontrarse al bajar y qué preguntas puede recibir. Algo que me llamó la atención es que los carteles de para fumar o no, negros y rojos, no estaban siguiendo un orden como cualquier hijo de vecino esperaría.  Creo que el que dió las instrucciones para que se colocasen. no explic...

Una de amigos

El tren se detuvo antes de llegar a la barrera de la estación, a menos de doscientos metros de ella.  Asomándo la cabeza por la puerta que estaba trabada y medio abierta, se podía ver claramente la luz roja allá arriba, que señalaba que, llegar a nuestro destino estaba un tanto demorado.  El sol se colaba por las ventanillas y aunque estuviésemos en octubre, no sería muy agradable continuar el viaje sin que encienda el maquinista el aire acondicionado.  En el Sarmiento, pareciera que hubiese una fecha anotada en vaya a saber uno en qué pizarra, para encenderlo, y justo abajo de ella, la fecha en la que debía bajarse la tecla, dando por iniciada la temporada invernal.  Acá no sé.  Esta línea es la primera vez que la tomo.  Mejor dicho no.  Hace treinta y cinco años veníamos a la quinta de Longchamps, tantas veces como fuera posible.  Y no sólo en verano; es que si bien la pileta y el parque hacían de este lugar un verdadero paraíso, durante el rest...

Milove

" En Milove encontrarás el  amor de tu vida. Mejor dicho, Nosotros te lo encontraremos ". Isabella, se arrimó a la ventanilla del auto para darle las llaves a la conductora.  Sobre el asiento del acompañante, alcanzó a leer la publicidad en la revista -  ¿ Le cobro? - La conductora le pasó tarjeta y documento. - ¿Necesitás algo más? - -  No, Con esto es suficiente -  respondio Isabella.  -  27 litros de nafta súper, seis mil quinientos dos pesos. -  -  Ahh, porque estás mirando adentro del coche, quizás perdiste ¿algo? - -  No. Me llamó la atención el aviso. - El auto se corrió hacia adelante, dejando libre la zona de los surtidores.  Isabella pasó la tarjeta, imprimió los tiquets y se acercó al auto. -  Sirvase Señora.  Buenas tardes. - -  ¿ Estás buscando novio ? -  La señora cortó un pedazo de la hoja, y se lo dió a la empleada de la Shell. -  No lo tenía pensado, pero ...  -  Lo agarró con una ...

Entre rimas y vermú

 - Che,¿Quién se encarga de la organización de la fiesta?  - El intendente en persona. -  Ahh. -  ¿ Por? -  ¿No leíste lo del Gabino Souza? -  Gran payador uruguayo.  El domingo cierra el show en la cancha del Social y Deportivo.. -  No leiste por lo visto.  Lo metieron preso, le encontraron droga en el auto cuando estaba cruzando la frontera, en Salto. -  A la pelota!  ¿Y vos decís que no llega pal domingo? -  Dificil quel chancho chifle, Después de todos los años que pasaron desde que el Concejo decretara como fecha festiva para Sastre, el 16 de julio, muchos siguieron discutiendo y objetando que se haya elegido el día de la Virgen del Carmen, en vez de ese día de diciembre, cuando el primer cristiano hizo pie en la zona.  Algunos decian que la llegada de la Imagen sagrada despejó el peligro de invasiones por parte de malones y bandidos.  Otros afirmaban que en realidad el primer nombre escogido fue el de la Santísi...

Un banco de madera cualquiera

Casi las diez de la noche y la poca luz que dejaban pasar los árboles de la vereda, pintaban de plata los adoquines del callejón que moría en las vías del tren. No era un lugar oscuro a pesar de todo, las casas dejaban los faroles encendidos, y si la luna ayudaba, se podía caminar sin tropiezos. El Tipo este tenía la costumbre de caminar hasta el fondo, saltar el alambrado, y pegado a la pared, una medianera cuyo revoque había pasado a mejor vida, caminaba entre las malezas y las latas viejas, esa media cuadra hasta la punta del andén.  Ese último tramo se complicaba aquellos días en los que había llovido o aún seguía cayendo agua, porque pisar sin resbalarse era toda una proeza.  De todas formas había desarrollado una capacidad para caer apoyando ambas manos, las que más tarde podrían enguajarse sin problemas en el baño de la Estación de Tren.  Una vez sola en todo este tiempo, no pudo controlar la caída y girando con cabriola incluída, aterrizó de espaldas, embarrándo t...