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Ruta 14 (Parte 3)

La huella no mejoró, seguía con barro y muy despareja, obligando a Julio a ir despacio, pero sin poder evitar que el auto se moviera mucho, especialmente las jaulas que estaban sueltas, y con cada cimbronazo, las gallinas hacían sentir su protesta.  Julio ya no silbaba.
-  Don, ¿cuál es su nombre? - preguntó Julio sin el mejor humor
-  Lindale... -  se escuchó decir al viejo, entre dientes  y moviendo ese bigote amarillento de tantos cigarros que pasaron por ahí
-  ¿Linda qué?  No lo entiendo -
-  Me dicen el Indalesio Ta´que lo tiró!
-  Digame Don Indalesio, ¿le pego derecho por acá? -
-  Nusé, E´justé el que maneja.  Quiero piyar! -
-  Pero recién salimos!!, aguantese un poco -
-  Quiero piyar!! -
Julio entendió que no había negociación posible, o paraba o vaya a saber cómo seguía la cosa. Se veían unas matas ahí adelante, y se acercó con el 3CV, al único baño disponible a la vista.
-  Le paro acá -  Julio se arrimó a los pastos, y dejó el auto regulando.  Miró hacia atrás, y el panorama no era muy alentador, las jaulas no tenían piso, y entre ellas y el asiento, la nada misma.  Prefirió no ver más el asiento, y lo hizo en dirección a su acompañante, la cosa no estaba mejor allí, Indalesio había abierto la puerta, sacó las piernas hacia afuera del auto, y desde esa posición, sin pararse, comenzó a orinar.
-  Pero bájese hombre!!!  Me va a mojar todo el auto!  -  Ya era tarde, y mejor no insistir, porque si el viejo intentaba pararse en ese instante, todo iría para peor.  Pensó "¿lo dejo acá? ¿lo llevo de vuelta?  ¿lo amordazo y le ato las manos?", mientras tanto, la puerta del acompañante se cerró, y mientras se acomodaba el asunto, el viejo le dijo - Vamo´-
- Le pregunto nuevamente - en voz calma y respirando como si estuviese en clase de yoga, Julio continuó - ¿Conoce el camino? ¿vamos bien por acá? -
- Le da derecho hasta que vea una planta, endijpué va pal norte -
- ¿Y cómo sería una planta, un árbol, cómo sabemos cuál es? -
-  ¿Trajo mate? -
-  Noooo, no traje! -
-  Tengo la boca seca, debe ser por los cigarros! -
-  Ni se le ocurra fumar en el auto ehhh.  Tome - Le sacó de la guantera una botella plástica con agua - Tome lo que quiera y cierrela bien, que no  pierda -
El viejo le pegó un sorbo, se limpió la boca con la manga de la camisa, y le pasó la botella a Julio - ¿Gusta? - El chofer estaba luchando por sus adentros para no perder los estribos, y ya no sabía dónde estaba, ni con quién, ni para dónde iba.  Tomó la botella y le pegó un trago largo, como si fuese una petaca de algo fuerte.  Hoy ese agua era algo fuerte para él.
-  Mire ...  Esta y todas las huellas de por acá, las abrimos con el Tata, meta machete y pala!  -
- No diga! -
-  Seee, mire... ese monte lo plantamo´con el Tata, meta pala e´punta! -
-  Uhhh, y es grande ehh! - Julio le seguía el relato, era una forma de pensar en otra cosa.
-  Y han talado, que si no! -
-  Me imagino, y digo yo ¿qué planta tenemos que buscar, digo... -
-  Un paráiso, ese también lo plantamo´ con el Tata ! -
-  Bueno usted me avisa porque yo no conozco de árboles y plantas.  Y digo yo ¿para qué plantaban tantos árboles? -
-  Los vendíamos -  El viejo se sacó el sombrero tipo Panamá, se pasó la mano por la cabeza, como alisándose las canas, y volvió a colocarlo.  Una pausa, y siguió con el relato.  -  ¿Ve por allá que se ve un caserío?  Es San Gregorio, ahí venían los camiones y los llenábamos de troncos.  Los mandaban a Uropas -
-  ¿Los que ustedes plantaban? -
- Claaaro hombre, que manera de meter hacha y voltear tronco!.  Esto era un bosque mire! .  Con el Tata, pss, si habremos cortado paráisos! -
Julio se relajó por primera vez en lo que iba de este trayecto, y sus labios pintaron una sonrisa,  Se acordó de una noche de vino tinto en lo del Salvador "debajo de cada baldosa que pisamos, hay una historia; cuando están flojas, nos salpicamos de relatos, chamuyos y sabiduría.   Y por suerte para nosotros, las veredas de nuestra vida, están bastante descuidadas".  Este pensamiento del Salvador quedó revoloteando en su cabeza mucho tiempo, y seguramente lo empujó a poner en marcha el 3CV en busca de la palabra de la gente.  Y este viejo era el personaje número uno del viaje.  Había que escucharlo.
-  Mire ustéd, qué interesante, y digo ¿cuántos árboles cortaban por día? -
-  Con el Tata a veces enyenábamos un camión en una tarde, o dos...  Todo paráiso, una madera muy fina, hacían muebles.  Sin ir mas lejos el Rey de España tiene un ropero, con madera de acá, de San Gregorio -
-  No le puedo creer! -
-  M´ijo, mandaban barcos de Uropas a buscar los troncos, acá con el Tata se trabajaba de sol a sol.  Pero un día, se nos fue el Tata, y se terminó todo.  Igual ya había pocas plantas -
-  Se murió su padre...-
- No, Enfiló pa´ Teodolina.  Se fue a cuidar un galpón, le pagaban la pensión y todo -  
- Se jubiló y le pagaban una pensión -
-  No, no se jubiló, que se va a jubilar! -
-  ¿Y de qué pensión me habla? -
-  La pieza -
La huella hizo una pequeña curva hacia la derecha y desapareció contra un alambrado.  No había camino marcado para seguir, y menos hacia adelante porque el campo estaba cerrado.
-  Oiga Don Indalesio, se terminó el camino, ¿Y la  planta? -
Se volvió a sacar el  sombrero, se alisó el pelo, esta vez también se acomodó el pañuelo que tenía anudado sobre su garganta, y haciendo un gesto de resignación dijo - Qué cambiado que está todo, ya ni lo conozco -

Julio trabajó toda su vida en la Compañía de segros, y se acostumbró al órden y a la previsión, quizás fué por eso que nunca se casó, para poder manejar su privacidad sin sobresaltos.  De hecho tenía fama de solterón y muy pocos le habían conocido novias, su soltería fue tema de debate en más de una sobremesa de la Compañía.  Este viaje, sin dudas era una bisagra en su vida, nuevas experiencias, nuevas emociones, nuevos desafíos. Sólo restaba aguardar si el stress no lo iba a hacer abandonar esta empresa.  El stress o el viejo!
Paró el motor, los dos hombres se bajaron.  El viejo se estiró como desperezándose, con bostezo incluído.  Sacó del bolsillo del pantalón un cigarro y empezó a buscar en sus bolsillos - Ta que lo tiró e´las patas!  ¿Tiene un fósforo? - 
-  En el auto debe haber - Se acercó por la puerta del acompañante para buscar la caja de fósforos, y el olor que venía de adentro, contrastaba con el de los pastos verdes que acababa de pisar.  Tuvo ganas de putear pero justo escuchó en grito que lo sobresaltó: - Viejo e´mierddda!! - Por el campo un paisano al galope "saludó" a Indalesio quien de inmediato contestó con otro grito - Juiiiraaa! - Y riéndose se dirigió a Julio - El Anselmo, el criado de la Ñata.  Endijpué le cuento la historia de este, un caso serio este muchacho - 
El viejo se quedó mirando cómo el caballo se perdía entre los rayos del sol, mientras saludaba su retirada con ios brazos en alto.  
- Y, ¿cómo seguimos? - 
-  No me apure, hombre - Y con los brazos en jarra comenzó a caminar inclinado hacia el piso, como quién está buscando algo que se le cayó.  Fue y vino varias veces, hasta que de repente levantó unos yuyos y dijo en voz bien alta - Cola ´e ñandú! - 
-  Yo veo un pasto seco - 
-  Noooo, este yuyo no es de acá.  Yo caminé toda esta tierra, quéseyó cuántas veces y nunca vi estos pastos.  Asigún me dijieron, se dan en Entre Ríos - 
-  ¿ Y con eso qué hacemos? -
El viejo se sacó el sombrero, puso la cara al sol y dejó que el viento le pegara directo sobre ella.  Miró hacia el campo, luego hacia el cielo y le dijo a Julio - Acá hubo huella - y caminó bordeando el alambre hacia el norte - Ve, ve lo que le digo, Cola e´Ñandú! No lestaba errando, me han tapau la huella! -
-  Usted dice...-
-  Si hombre, hay que ir por acá -
-  Espere, espere ¿cómo sabe? -
El viejo se puso el cigarro entre los labios y le hizo el ademán de prender un fósforo a Julio.  Recibió la cajita, prendió y sin sacarse el cigarro de la boca -  Se ve que algún carro o camión que venía de Entre Ríos traía estos yuyos entre las ruedas.  Y fue brotando por acá, mire ahí hay otro - 
-  Para mi son pastos secos -
-  ¿Quiere? - El viejo le pasó el cigarro a Julio, que hacía treinta años que no daba pitada.  Lo agarró, le dió dos pitadas, tosió y devolvió el cigarro.
-  Donde usted señala no hay camino, no puedo ir cortando campo; volvamos por la huella y seguramente va aparecer algo hacia la derecha -  Y se acercó al auto. Lo miró, y fue hacia atrás, levantó la puerta baúl y buscando por ahí, sacó una loneta. - Venga, ayúdeme, vamos a sacar las jaulas y ponemos esta lona debajo, se me va a estropear todo el asiento - Julio sacó una y del otro lado Indalesio sacó la otra pero se le enganchó con la puerta, se cayó al piso y se abrió la jaula. - Vengan pa´ca bichos e´porquería! - El viejo maldiciendo se puso a correr a las cuatro gallinas que como si fuese un trabajo en equipo, iba una para cada lado, haciendo casi imposible su captura por parte del viejo.  Juiio empezó a reirse a carcajada limpia apoyado sobre el auto
-  Pero hombre, ayude que se me escapan estos animales!  No se ría.  Que desgracia Señor!!! - 
De a una las fue agarrando y volviéndolas a meter en la jaula, mientras Julio disfrutaba como un chico mirando una de convoy.  Cuando la cuarta ya estaba dominada, Julio con un diario y un poco de agua limpió la suciedad del asiento y puso la loneta - Ahora si, súbalas de nuevo.  Y volvamos a la huella a ver si encontramos como seguir - 

El viejo subió al Citroen, puteando entre dientes, Julio le dió arranque, y buscó la huella marcha atrás.  Abrió la ventanilla y dejó que el fresco le pegara en la cara.  " Cada loco, con su tema.. contra gustos, no hay disputas".  Y Julio cantó una de Serrat

(continuará..)



Riqui de Ituzaingó 
  






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Comentarios

  1. Jajaja, no pare de reírme..... MUY BUENO!!!

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  2. Me encantó lo de las baldosas flojas!!! Estaba pensando mientras avanzaba en el relato si a esta edad me gustaría llevar a Indalesio en mi auto por el campo, o si me habría gustado llevarlo hace 30 años. Y creo que me quedo con la idea de llevarlo ahora, y aprovechar todas esas historias que tiene para contar.

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