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Ruta 14 (parte 5)

-  Venga hombre, bajese y ayudemos a este pobre hombre - 
- El Pedro!, dónde lo venimos a encontrar - Indalesio se bajó, puso  un cigarro en su boca y empezó con el  rito de buscar los fósforos que nunca tuvo
-  Pero qué hace hombre, venga así lo levantamos - Pedro se movía e intentaba decir algo, pero sin mucha claridad y por lo que se veía, sin muchas ganas tampoco.
-  Ta mamau -
-  Qué dice, mire cómo tiene la cara, levantemoslo -
-  Ta colorau de la mamúa que tiene. -  Y guardando el cigarro en el bolsillo del pantalón dijo: - Mejor no prendo el pucho porque con el olor a vino que tiene el Pedro, explotamos todos! -
-  Y si, olor a vino hay.  Sentemoslo acá sobre esta piedra y traiga de atrás del auto el bidón con agua, asi le mojo la cara -
-  ¿Agua? ¿lo quiere bautizar? Chupár un poco e´vino no es pecado - 
-  Déjese de pavadas, y traiga agua, por lo menos lavémosle la cara un poco -  Julio sacaba un pañuelo de su bolsillo trasero y esperaba que Indalesio arrimara el bidón - ¿Qué le pasó buen hombre? ¿Cómo llegó hasta acá? -
El Pedro lo miró, bah, mejor dicho miró hacia arriba, cabeceó y se volvió caer sobre los pies de Julio, no sin antes vomitar y salpicar a quién lo estaba auxiliando
-  La puta madreeee!, Lo único que me faltaba.  Traiga rápido el agua antes que se me impregne el olor.   Ayyyy quién me mandó, Señor, estaba tan tranquilo yo en mi casa! - Agarro el bidón, que tenía un poco más de la mitad y lo fue volcando sobre su pierna derecha y otro poco tiró sobre sus zapatillas -  Oiga, ¿De qué se ríe? -
- Tanto espamento que hace, se ve que nunca estuvo de bailongo en el campo.  Las mamúas que nos agarrábamos, terminábamos todos durmiendo abajo e´los paráisos -  Y volvió a sacar el cigarro, y volvió a tantear los bolsillos en busca de NO encontrar la caja de fósforos
Julio, lo enderezó nuevamente, y la poca agua que quedaba se la tiró en la cara, recibiendo la queja del Pedro 
- Tirarle agua a un mamau en la cara  es como tirarle ácido.  Que jodido que había resultado, Don.. Don..-
- Julio! Ve, por lo menos reaccionó.  Tenemos que buscar ayuda.  Hagamos algo, Ud se queda acá acompañando al amigo y yo voy a hasta el pueblo y le mando un doctor -
-  Nahhhh, este ya lanzó, y ahora se le  pasa enseguida.  Que  duerma un rato y listo -  Indalesio se volvió hacia el auto y abrió la puerta trasera -  Juirraaa, bichoss, dejen de chiyar! -
-  Ni se le ocurra que voy a subir a su amigo -
-  No es amigo, es el cumpa del Frolián.  Cuántos favores que le debe  al Pedro.  Una vez, lo corrió un carnero, y el Pedro a puro alpargatazo le hizo frente al animal que estaba enardecido! -
-  No ´podemos subir a este hombre, vaya a saber si no es un delincuente que lo busca la policía.  Además está con un olor insoportable, ya no sé cómo llegamos hasta acá, entre las cagadas de las gallinas, y Ud que no se baja para piyar.... -
-  Abrimos un poco la ventana y listo. Es llegar hasta el pueblo nomás, ahí lo dejamos en lo de la hermana, ella se va a poner contenta de verlo -
-  Me imagino! -
No había muchas opciones para Julio. O lo subía al Pedro, o los dejaba a los dos con las gallinas y seguía solo, pero pensaba "por más que los baje, el olor que tiene este auto me va a seguir acompañando en el viaje, y después de todo, casi que me estoy divirtiendo -
-  Ayude a levantarlo, y ponga esa toalla sobre el asiento, a ver si logro salvarlo un poco -   Pedro a esa altura era una bolsa de papas, con los ojos desorbitados; se ve que la cosa había sido muy fuerte con el vino - Deje que cierro yo la puerta, no vaya a ser cosa que en una curva se nos caiga y después lo  tengamos que pagar como bueno -

Con el nuevo pasajero en estado lamentable, arrancó nuevamente el 3CV por la huella  que de a poco se iba consolidando rumbo a Cristophersen, su próxima parada
-  ¿Estamos cerca del pueblo? -
-  Seee, atrás del monte ese, doblamos y ya estamos -
-  No entiendo qué hace este hombre borracho por este camino.  Como que lo hubiesen revoleado por ahí;  porque estamos lejos como para venir caminando de algún lado -
-  No se crea, hay mucho rancho por entre los árboles.  Pero este, el cumpa del Froilán, siempre anda con la guitarra de joda en joda.  Donde hay vino Él siempre está ahí, como si tuviese un radar.  -
- Ud dice ...-
-  A los mamau´los más chicos los cargan en la caja de alguna chata y los llevan al pueblo, estos son todos de Cristophersen.  Pero como a los muchachos estos también  les gusta chupar, se entonan y se vuelven corriendo carrera de chatas por la huella.  Y cada tanto se le cae alguno -
-  Y nosotros lo encontramos -
-  Claaro, y no le extrañe que más adelante haya otro -
-  La boca se le haga a un lado! -

Iba el trío con sus gallinas ya con el sol a pleno, y por la sombra que hacía en el camino, ya enfilaba para  la tarde.  Era hora de comer algo aunque el tema aún no se había tocado, ni tampoco había dónde parar.  El camino estaba medio abovedado y a ambos lados de él, se veían sembrados de soja principalmente.  A lo lejos, de frente, un tractor o máquina similar venía en dirección al Citroen, por el medio del camino, muchas más posibilidades no había.  Julio le hizo un par de veces luces, esperando la respuesta allá adelante, pero pareciera que en el campo no se acostumbra ese tipo de señales.  A cien metros, se veía claro un tractor, por suerte no era una máquina vial o una sembradora, no había lugar para dos.  Los metros se hicieron  menos  y Julio, desandó la loma del camino y buscó la banquina, un enjambre de pastos que asomaban desde una zanja, no siendo la mejor opción para un auto.  Y ahí quedaron, medio de costado, con dos ruedas en el zanjón, y una jaula adentro chocando contra el Pedro que,  parecía haberse despertado, meta pegarle a los fierros que se habían ido contra él. Como era previsible la puerta se abrió y una de las gallinas saltó sobre el Pedro, desplegando sus alas como podía y chocándose contra todo y todos.  Julio abrió su puerta y se tiró del auto a los gritos de  - Indalesiooo, arregle esto usté!  que así  no podemos seguir -
-  Oiga. - Se escuchó desde el asiento trasero - Acá no se puede dormir tranquilo.  ¿Porqué no sacan a estos bichos de acá - Y le pegó un manotazo a la jaula, abriendose la puerta del otro lado y cayéndose la jaula hacia la huella.  Las gallinas que quedaban se fueron una para cada lado, y la primera, se había apostado en el asiento del conductor, mirándo hacia adelante, como pidiendo pista para salir.  Julio se quedó sentado sobre el barro, Indalesio, mantuvo su lugar en el auto, agarrandose como podía.  Pedro, ya desparramado en el asiento trasero, comenzó a toser y como  era previsible volvió a vomitar.  Julio  cerró la puerta del auto que había quedado abierta, y se fue hasta el  medio de la huella.  hacia su izquierda, el tractor había parado y ante las señas de Juiio, pegó la vuelta
-  Hombre, si sacaba dos ruedas nomás de la lomada, pasábamos los dos!  Quelo tiró, diga que los vi, sino se iban a quedar un rato largo. ¿Tiene una linga? -  Ante La mirada de no-se-qué de Julio, se acercó al auto  - una soga, una barra - Y se asomó - El Pedro, ¿qué hace ahi dentro? -
-  Eso quiero saber yo - replicó Julio - ¿Lo conoce? -
- Cómo no conocerlo! -  El hombre tomó la soga que le pasó Julio, se acercó al frente, para ver de dónde atar el auto, y siguió contando - Pedro Elizache, cantor folclórico si los hay.  Revelación de Cosquin fue, así dicen lo que lo conocían.  Dueño de una voz que hacía levantar a la gente de los asientos.  Ganó mucho dinero dicen, y compró estancia en Venado Tuerto, hasta que un día, se enamoró -
-  Y si, el amor obnubila - Aportó Julio como para decir algo.  Dentro del Citroen, quedaba Indalesio, que ni se inmutaba, y se suponía que estaba el Pedro durmiendo en el asiento trasero.  Y la gallina, en el asiento del conductor, quietita, tranquila
-  En uno de los viajes a vender vacas a Rió cuarto, lo vió a Él -
-  ¿A quién? -
-  Mario Belices, que había jugado en Institito de Córdoba y terminó su carrera de goleador en el Estudiantes de Rio cuarto.  Fue amor a primera vista -
-  Mire Ud! -
-  Se vinieron para esta zona, compraron  finca cerca de María Teresa, pero el Mario, muchacho jóven y pintón, conocíó a la Juanita,  la hija del dueño de la Shell de la ruta -
Arrimó el tractor, lo ató al Citroen -  Suba hombre que lo tiramos -
-  Espere, ¿cómo termina la historia? -
-  Hoy el Mario ya tiene tres Shell, una En Río Cuarto incluso.  Y el Pedro, con el corazón partido, se dedicó a la bebida, y a andar cantando en cuanto asado haya por ahí.  Ya no le da la voz, está hecho una piltrafa -
-  Pobre hombre!! - Julio subió al 3CV, pasó de un cachetazo a la gallina para atrás, llenando de plumas el auto. y despacio salieron nuevamente a la huella. Indalesio lo miró y le dijo -  ¿Cómo sigo sin las gallinas? -
-  Le queda una atrás, levante la jaula y sigamos.  después en todo caso vemos si conseguimos alguna por ahí.  Queseyó -
El Tractor, quitó la soga, tocó una corneta o algo parecido, que hacía de bocina, y siguió su camino.  El Citroen, hediondo, con sus cuatro ventanillas abiertas, siguió su camino.  Indalesió volvió a sacar su cigarro, tanteó los bolsillos como siempre, y al ver la mirada de Julio, le dijo - ¿Quiere un cigarro? -
-  Y..deme uno, total, a esta altura, qué mal me puede hacer -

Doblando la zona del monte, ya el camino estaba consolidado, se veía un caserío, un par de silos, y una YPF.  Julio no dudó, puso rumbo a la estación de servicio, y ahí bajaría todo el mundo.  Fin de una etapa, casi casi, una etapa de Rally Paris Dakar.


Riqui de Ituzaingó

Comentarios

  1. Que bajen todos y laven a ese auto por favor!!! Jajaja

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  2. Jajajaja no.puedo parar de reírme, se me caen las lágrimas, no me digas que acá se termina la historia porque me muero muertaaaaaa...... Está buenísima.... Seguila!!!!!
    Ana Lidia Pagani

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  3. "empezó con el rito de buscar los fósforos que nunca tuvo". Genial. Hermosa historia, don Riqui. Con la sencillez y la gracia que lo caracteriza vivimos -y sufrimos- junto a Julio y su 3CV. Gracias por compartirla!

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