La tarde ya pintaba con otros tonos, el paisaje de campo que durante todo el día fue cambiando sutilmente, casi sin que quienes lo atravesaran lo hayan advertido. Las sombras que los pastizales compartían entre sí, ahora hacían que la vista a cada lado de la ruta, simulara láminas de campos serranos. Sin embargo por la mañana, el verde era más intenso como suele verse en los amaneceres pampeanos.
- Al final no me dijo de qué deudas de juego se trataba, esto de llevar gallinas de un pueblo a otro - Julio quiso disimular el giro que había pegado el viaje
- Acá se juega fuerte! - Con desgano Indalesio dejó esa frase, vaya a saber si para generar en su interlocutor el interés, o como para no ser descortés con quien lo estaba llevando a María Teresa. Bah, esa era la idea inicial
- Eso ya lo dijo y no llegamos a nada -
- Los viernes cobra la pionada, y a la noche en el boliche de Pascual, en San Gregorio, las jarras de vino van y vienen por el patio de tierra que tiene en el costado que da a la ruta. Hay cancha e´bochas con luz, taba, y en en el verano sacan las mesas afuera y se arman unos entreveros de truco y brisca que ni le cuento -
- Todo por plata..-
- Por plata o por lo que haiga a mano. Muchos cuando llegan al boliche el viernes tienen que pagar lo que quedaron debiendo, y no les queda mucho del jornal, entonces apuestan animales, sombreros, cuchillos, lo que sea -
- ¿Entonces? -
- El Froilán es el capitalista -
- ¿Cómo capitalista? -
- Ahí se juntan piones de los pueblos vecinos, y maginese, terminan todos medios mamau´y alguien se tiene que encargar de dejar las cuentas claras -
- Froilán! -
- Claaaro. Él va anotando y después en la semana va cobrando y pagando. Aprovecha cuando sale a hacer las compras con la chata, o si tiene que ir a buscar al veterinario -
- ¿Y le rinde eso? - preguntó Julio
- Vió el campo que está atrás de las casas, ande paró? -
- No me diga! -
- Si señor. Y eso no es nada. Compró finca en la sierra. Dice que va a exportar -
- Mire Ud!. Pero ¿repartiendo gallinas? ¿cuánto valen cuatro gallinas? -
- Usté no conoce. Estos animales, no son cualquier cosa. Vienen de lejos a buscarlos. Tuvimos un gallo, qué le digo gallo, un padrillo de galinas, que lo pagaron con dos camiones de granos. Nooo, acá el aire no es cualquier cosa. Decía un paisano, el Cortez, que en esta tierra, cuando respiraba una lumbrí, se movían los alambrados -
- No entiendo la metáfora -
- ¿Que no? Para acá que con el cuchillo le busco una lumbrí santafesina. Parecen culebras! -
- No hace falta parar, le creo hombre. Además, mire, allá adelante está la YPF. Paramos ahí -
La estación de servicio estaba sobre la ruta vieja, pero se podía acceder desde la huella, con cuidado eso si, porque no tenía una entrada marcada, y uno se podía caer en la hondonada, o clavarse en un tronco mal talado. Sobre el lado que daba al camino se veían un par de camiones parados enfrente a un galpón que parecía taller, gomería y lugar de descanso para los viajantes. Julio enfiló directamente al galpón, sin pedir permiso. Se bajó y saludó
- Buenas, ¿acá lavan? -
- Si tiene paciencia .....- Fue la respuesta que se escuchó desde el fondo. Sobre un costado del banco de trabajo de madera, había una fuente con tortafritas, y el mate pasaba de mano en mano. Era la hora de merendar, por lo visto
Julio se acercó al Citroen y empezó a abrir las puertas - Bueno, fin del viaje, acá se baja todo el mundo - Sacó la jaula con la gallina que había decidido meterse en algún momento del último tramo; le dió un par de palmadas al Pedro - Vamos vamos, abajo, hombre -
- ¿Qué pasa? -
- Abajo, rápido o le vacío un balde de agua en la cabeza. Vamos vamos! -
- Bueno bueno, ya bajo - Pedro, mareado por el vino, por el viaje, por el sueño, puso el pie equivocado en el piso, y salió del auto de la peor manera, de trompa al piso.
- Indalesio, para usted también. Hay que lavar el auto - Este puso mala cara, se acomodó el sombrero y bajó del 3CV. Pasó por arriba de Pedro, que no sabía cómo era eso de levantarse del piso como haría cualquiera que estuviese sobrio, y rodeando al auto, levantó la jaula, la acomodó a la sombra de un paráiso y se sentó sobre ella, a esperar.
- Oiga, ¿cuánto tardarán en lavar el auto? - preguntó Julio, dirigiéndose al cebador, que salió del galpón para tirar la yerba. Había cambio, y una vuelta más
- Tenemos que terminar los frenos de esa chata. Después se lo lavamos. - Mientras volvía, se asomó al Citroen y poniendo la peor cara le dijo a Julio - Lo tiene cuidadito al auto, ehhh. Limpiar eso, le va a salir caro. No se quién va a querer meterse ahi -
- No se haga problemas, se lo dejo lo que sea necesario pero que quede limpio. ¿Se puede comer algo por acá? -
- Pregunte adentro, a lo mejor quedó algo del mediódía. Hoy la Justa hizo guiso carrero -
Julio salió del galpón desentendiéndose de la situación de sus acompañantes, y arrancó para la parte dónde estaban los surtidores y un negocio que vendía un poco de todo: cosas de quiosco, alguna lámpara, rollos de alambre, correas, y atrás, una hornalla con una olla grande de agua caliente, para llenar termos. Desde los surtidores, Justina venía de cargar gasoil, y viéndolo a Julio, ya le daba la bienvenida - ¿Qué anda buscando Don? -
- Buenas tardes, si le quedó algo de comer; los muchachos del taller dijeron que hizo guiso -
- No, ya es tarde, había quedado muy poco y se lo di a los perros - Y mientras entraba en el local le dijo - Galletitas, le puedo ofrecer. Hoy ni sánguches hice -
Julio asintió con la cabeza y agarró un paquete de las de agua. Desde la ruta, a toda velocidad, dos chatas de la policía cruzaron el playón y pararon frente al local
- Cierren el galpón! y que no salga nadie de adentro! - A los gritos uno de los policías, ya todos abajo, le daba órdenes al resto, unos cuatro o cinco
- ¿Qué pasa, es manera de venir a los gritos así? - Protestó Justina
- Mire, no es con Usted pero venimos siguiendo una chata que usan los cuatreros, nos dijeron que entró acá -
- Sargento, está en el galpón, pero no encontramos al que la trajo. Dicen que andaba por afuera - Uno de los policías pasaba el reporte
- ¿Pero quién está ahí? -
- Hay tres mecánicos, un viejo afuera y uno durmiendo en la tierra -
- Me los mete a todos adentro hasta que aparezca el de la chata -
Justina agarró al sargento de un brazo y le dijo - Tengo dos mecánicos -
- Ahhhh, malandra, ahora voy a buscar a ese! Venga conmigo y me lo marca -
Julio abrió el paquete de galletitas y mientras miraba como entraba un camión grande, sin acoplado, comenzó a caminar hacia los surtidores. El camión paró justo delante de ellos, y desde arriba se escuchó; - ¿Me cargás? -
Se abrió la puerta, y bajó una mujer, de unos cincuenta años, de pelo atado, anteojos negros, chiquitos, una remera que decía INDIO, y una mochila color negra
- Voy al baño mientras -
Julio no se dió por enterado, y siguió comiendo galletitas.
- Vamos, Vamos, caminen! - Desde el galpón, con las manos atadas, venía uno de los que estaba tomando mate, el Viejo Indalesio, y Pedro, que a los empujones lo iban trayendo lo más derecho posible. Atrás los policías, y también los otros dos mecánicos, charlando con Justina
- ¿Al viejo porqué se lo llevan? -
- ¿Porqué, lo conoce? - el Sargento preguntó a Julio
- No -
- Ahhh, este viejo anda vendiendo gallinas robadas. Ya le dijo el Comisario que se busque un trabajo, o se mude de pueblo, pero no entra en razones -
- Mire Ud!. ¿Y el otro? -
- Y, no le vamos a dejar a este borracho a la Justina. Lo llevamos a dormir a la comisaria. En un par de días lo dejamos como nuevo - y se subieron a las chatas, los policías y los tres arrestados. Justina se quedó con los mecánicos - ..Y por lo menos hasta el lunes que viene no podemos abrir el taller, así que búsquense una changa, algo para hacer -
- ¿Y mi auto ? - fue la pregunta de Julio
- El galpón quedó cerrado y con faja. Hasta que el comisario no lo autorice, no se puede tocar nada. -
- Que serán, ¿cuántos días? -
- Una semana por lo menos -
- Ahh bueno -
La mujer que había bajado del camión, se había soltado el pelo y tenía la cara mojada - Oiga, ¿No me cargó? -
- No - dijo Julio, comiendo otra galletita, la cuarta o la quinta
- ¿Y porqué, si se puede saber? -
- Porque yo no atiendo acá, estoy de paso -
- Ah, gracioso! -
- Acá la señora le carga. Quiere una galletita? -
- No hay algo un poco mas tentador? -
- La verdad que no, es lo que tengo, pero si hubiese una parrilla o algo dónde comer por acá, la invitaría -
- Recién en María Teresa -
- Ý Ud va para allí? -
- Qué le importa! - La mujer se acercó a Justina, y le dijo - Corte en dos mil - Y le extendió el dinero
- ¿ Va o no para María Teresa? Me quedó el auto en el taller, y si no me lleva, me voy a hacer dedo a la ruta; aunque desde que estoy por acá, solamente vi a la policía y a su camión -
- Suba ¿Sabe cebar mate? -
- Espéreme - Se metió en el local, agarró un paquete de 9 de oro, Le pagó las dos compras a Justina y se despidió - Le encargo, si abren el taller antes que vuelva, tengo algunas cosas en la parte de atrás. Le dejo la llave del auto, si me hace el favor y me las cuida -
- Olvídese -
- Vamooooo que me voy sola! - Y Julio con una carrera corta, insólita en Él, llegó al estribo del camión, que tenía la puerta abierta, y casi colgándose, abordó, la que sería su nueva nave, esa que lo llevaría, vaya a saber a qué nuevas aventuras
Riqui de Ituzaingó
Excelente
ResponderBorrarBueno, a la final el viejo Indalecio era un versero dijo que era deuda de juego y era cuatrero, esperemos que el Julio pueda tener una historia con la Camionera...... Veremos veremos y después lo sabremos.....Ana Lidia Pagani.
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