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Unos días con Elsa (parte 1)

-  A ver, vamos de nuevo.  Buenos días!  ¿Como se llama? -
-  Buen día, Julio es mi nombre -
-  Yo soy Elsa.  Bienvenido a bordo! -


Pasar de un Fiat 600 a un camión, no es algo menor, pero el destino algunas veces nos va marcando el camino, y no siempre tenemos posibilidades de elegir.  Hay que tomar lo que venga.

Elsa trabajaba en la fábrica de ropa como costurera, tarea en la que se destacaba, pero su verdadera pasión era el fútbol.  Tal es así que aprendió a jugar y hoy x hoy es arquera en el equipo femenino de Argentinos Juniors, el club de sus amores


-  Digame, ¿Que va a hacer a María Teresa, tiene familia allá? -

-  Nada en especial - contestó Julio - Hace poco me jubilé en la Compañía de Seguros y a partir de ese momento me dedico a sacar a pasear al Citroen, para que conozca la ruta -
-  ¿Qué Citroen? -
-  Un 3CV amarillo, lo tengo de cero kilómetro, está como nuevo, pero ahora me quedó adentro del galpón de la estación de servicio -
-  Ahhh, donde lo levanté ¿Qué pasó? -
-  Cuestiones de policías y cuatreros, pero el asunto es que me quedó adentro el auto, por lo menos unos diez días, y María Teresa era mi destino inmediato. No me importa mucho a dónde voy, sino con qué me puedo encontrar.  Busco historias -
-  ¿Periodista? -
-  Para nada.  Digamos que hoy soy turista.  ¿Y usted? -
-  ¿Yo qué? -
-  Digo, a qué va a María Teresa... -
-  Paso nomás, voy a Venado Tuerto y después le pego hasta Reconquista, parando en algunos lugares de por ahí -  Elsa llevaba lo mejor posible al camión corcoveando en la Ruta vieja, que no queda claro si su nombre se debe a que es una traza anterior o a lo viejo del pavimento, que ya no quiere más - Falta un rato para llegar, cébese un par de mates, pero no con ese de boca ancha porque es para cuando estoy sola, o sea la mayoría de las veces, cuando consigo cebador, me gusta el de la calabacita que está ahí en la caja. Es otra cosa -
Delante de los pies de Julio había una caja de madera, de apariencia, muy vieja, vaya a saber para qué fue diseñada, pero era la medida justa para guardar los dos termos, el mate que siempre estaba calzado en el parante debajo de la radio del camión, tarro de yerba (no había azucar), y un sobre medio gamuzado con cubiertos.  
-  ¿Azucar? - preguntó el cebador
-  No uso -
Julio llenó el mate, sacudió como dicen los libros, y empezó a ver cómo hacía para embocar el chorrito del termo en la pequeña boca de la calabacita. El camión acompañaba cada uno de los pozos de la ruta, y la tarea del cebador se iba a complicar
-  Si ceba una vuelta sin quemarse, le doy el aprobado como copiloto de mi camión -
- No va a ser fácil, veremos - En voz baja dijo Julio, como para no perder la concentración.  Pero siguió - ¿  Qué lleva en el camión? -
-  Menos pregunta Dios y perdona -
Y hubo mateada a bordo, también hubo chorreada sobre
el pantalón de Julio, y como era de esperar, los comentarios de la chofer
-  La verdad, hombre me decepciónó.  No le embocó mucho a la boca del mate.  Diga que el termo estaba cargado en la mañana temprano, que si no... -
La tarde empezaba a pegar la vuelta, buscando reparo en lo fresco de la nochecita, ahí cuando empieza a caer el rocío, que resalta los últimos destellos del sol vepertino
-  Escala técnica en lo de la Gloria - anunció Elsa, y metió el camión frente a una tranquera a puro bocinazo
-  Elsita! - Desde la casa que se veía detrás de los álamos, una viejita pegó el grito, y vino al encuentro.
La chofer bajó del camión, fué hacia atras, y sacó una caja, grande, del tamaño que una persona puede abrazar.  Y fue rumbo a su encuentro.  Al llegar, dejó la caja en el piso, y abrazó a la viejita.  Se quedaron un instante hablando, y luego volvió a levantar la caja y la llevó adentro de la casa.
Julio aprovechó para bajar y vaciar el mate, y pegarle una enguajadita con lo poco que quedaba en el termo.  A lo lejos, Elsa venía, con sus anteojos como vincha, y con el paso firme, haciendo sonar sus pisadas en la tierra
-  Cambio de planes.  Nos quedamos -
-  ¿Cómo que nos quedamos? -
-  Si, por lo menos hasta que amanezca.  Si quiere seguir viaje, caminando llega antes de la noche a María Teresa.  Y sino, le buscamos dónde dormir - 
Elsa abrió la tranquera, se subió al camión y lo metió al costado de la casa.  - ¿ Se va o se queda? -
- Y qué se yo! -
-  Bueno, bajése y cierre la tranquera.  Traiga los bizcochitos que la seguimos adentro -
Julio, protagonista de esta comedia en la que se había convertido su vida, se dejó llevar por el guión, escrito por vaya a saber que estudiante de Letras, en el mejor de los casos, y obedeció la órden de su chofer.  Encaró hacia la casa, con los bizcochitos, y dos o tres galletitas de agua que habían quedado por ahí, y que pretendía terminar en los cuarenta o cincuenta metros que le faltaban para llegar.


-....¿Y si yo no venía, que hacía? -

-  Bueno ya me iba a arreglar sola -
-  Gloria, no me joda.  Quince docenas de empanadas!  y encima hay que hacer las tapas -
-  Sabés que cuando te enojás se te arruga toda la frente, y me hacés acordar a tu mamá, jaja -
Julio presenció desde la puerta y comprendió toda la situación de inmediato
-  No se quede ahí, hombre!, deje la mochila y lávese las manos que hay que ponerse a trabajar!.  Quince docenas de empanadas!  Por Dios! -
- Elsita, ¿el jóven es tu...? -


-  No es nada!, no pregunte y cébese unos mates.  ¿ Tiene el relleno hecho por lo menos? -

-  Si -
-  Buenas tardes, soy Julio, mucho gusto señora ..... - 
-  Gloria Rosamonte viuda de Gonzalez.  Pase, pase.  Nena, ahí tenés todo, la harina, la grasa. Usá el tablón -


Casi sin darse cuenta Julio estaba arremangado amasando, y Elsa, estirando, para que una vez que esté completa esa parte del tablón, venir con el cortante y darle forma a las tapas.



-  Tómese uno Julio - Gloria trajo la pava de cobre, toda empavonada por el hollín de la cocina económica, y la dejó sobre una carpeta de yute que cubría una pequeña mesa redonda.  -  ¿Hace mucho la conoce a Elsita?.  Que buena chica que es! -

- Nos conocemos hace poco, nos llevamos bien - Tratando de no ser muy explícito, Julio, contestó correctamente, y para cambiar de tema, dijo - Si no escuché mal tenemos que hacer quince docenas de empanadas.  ¿Hay que venderlas? -
-  Algo así.  Mañana es el día del pueblo, de María Teresa, y como todos los años, me piden que colabore con  algo - Gloria, recibió el  mate de Julio, y le arrimó uno a Elsa - Tomá nena -
- Gloria, en todo caso , que colaboremos!, el año pasado me enganchó con el locro, no se olvide - 
La línea de producción, fogoneada con los mates de Gloria, iba tomando ritmo. Julio amasaba como un experto, y Elsa manejaba el palo de amasar como armas de esos monjes chinos que se veían en las series de los setenta.  El tablón ya casi estaba cubierto, y en breve venía la primera tanda de corte
-  Hay kermese todo a lo largo de la avenida, y a esta altura ya deben haber armado un escenario, para que hable el intendente, la directora del colegio, y los chicos del Rivadavía se suban a cantar y a bailar.  ¿Se queda Julio, no?  -
Julio, miró a Elsa, luego a Gloria e hizo un gesto que ni siquiera Él mismo lo entendió
-  Qué bueno, que se quede.  Tómese otro mate, se lo merece, mire cómo trabaja, y la ropa impecable, ni un poco de harina -  Gloria estaba con ganas de hablar por lo visto.  No recibe visita muy seguido, y menos, como la de Elsita
-  Le habrá contado Elsita cómo nos conocimos ...-
-  Gloria, no empiece -  la ahora maestra de estire de masa, hizo el reclamo pertinente, pero por lo visto, cayó en saco roto.
- Una mañana temprano, recién estaba aclarando, y siento los perros como locos meta ladrar.  Le pego el grito al finau de mi marido "Gonzalez mirá porqué ladran esos perros!".  Y pasó un rato y no venial así que me calcé las chancletas y salí pa fuera.  Allá sobre la ruta, casi donde está el alambrado que nos divide con los Villaverde, había un camión parado, los perros al lado y una mujer abajo.  Era la Elsita.....  Espere que caliento más agua, y de paso le cambio la yerba a esto, que es un asco -
-  Me parece que me van a contar la historia de tu vida -
-  Es terrible!, pero es una santa, le perdono todo -
-  ¿Cuánto llevamos? -
-  Julio, recién empezamos, no me afloje ahora! -
-  No no no, hace como una hora que no dejo de amasar bollos, ya debemos ir por las quince docenas -
-  Usted, calladito, y sin chistar, se limita a su trabajo, que sino, lo mando a dormir al patio con los perros -

Gloria, trajo pava, mate recién cargado, y una tablita con pan, salame casero y queso
-  Gloria vinimos a trabajar, no a hacer un  pic nic -
- Ehhh, encima que la señora nos trae una atención, vos la chuceas -
-  ¿Queee?? -
-  Espantás -
Gloria, le arrima un mate a Julio, el primero de la segunda tanda -  No le haga caso, y coman que los dos se tienen que alimentar.  Vaya a saber cuántas horas que traen viajando -
Julio hizo la pausa correspondiente y mirándola a Gloria le dijo -  Estábamos con el camión, los perros...-
-  Ahh si.  Bueno, como vi a los perros, seguro que ahí estaba mi finau marido, y empecé a caminar hacia allá.  Hasta que me encontré con la Elsita, que estaba abajo.  Ella noviaba con un jugador de futbol, muy conocido, Usted se tiene que acordar ¿Cómo era el apellido nena? -
-  Medina -
-  Medina, seguro que lo conoció.  Bueno, el caso es que venía manejando y se desmayó justo acá adelante.  Y en eso se asoma el finau de mi marido, Gonzalez y dice "este hombre está jodido, no se dispierta.  Vamos a llevarlo hasta el pueblo".  Y ahí se subieron todos al camión, bah, mejor dicho, nos subimos todos al camión y nos fuimos al pueblo a que lo vean, pero no hubo nada que hacer.   No llegó al hospitalito.  Qué el Señor lo tenga en su Santa Gloria! - E hizo la señal de la cruz
-  Uhhh, no me diga -
Se limpió los mocos con el delantal, por un incipiente llanto y continuó con el relato  - Imaginese, esta pobre chica, no la íbamos a dejar sola, ella venía de Buenos Aires.  Así que mi marido, el finau Gonzalez se ocupó de todo. -
-  Qué buen  gesto!-
-  Y del reparto también - completó Gloria
-  Gloria, ¿porque no ceba mate y afloja un poco, ya parece esas moscas que se juntan a la siesta en el verano - Elsa quería evitar ser la protagonista, pero a esta altura ..
-  Mirá nena, si Julio va  a ser tu compañero, tiene que conocerte como corresponde -
-  Usted cuente tranquila, yo la escucho -
-  El Medina este era multimillonario -
-  Gloria, déjese de joder -
-  ¿Miento? -
-  Totalmente.  Había hecho unos pesos con el fútbol.  Pero millonario.... -
-  Bueno.  Tenía un muy buen pasar.  ¿Te gustas así? -
Elsa ni la miró, pero le hizo un gesto como pidiendo mate
-  Tomá nena, y comete un quesito también, es el que te gusta a vos -  Gloria ya había tomado una fluidez en el relato, digna de una locutora profesional, y cada tanto, le pegaba una chupadita al mate, previa limpieza de la bombilla con su delantal
-  Este Medina, cuando dejó de jugar,se compró un camión, y como era un hombre agradecido, se puso a buscar los pensionados para chicos que había en  la Provincia.  Él, de chico estuvo viviendo en la calle un tiempo porque sus padres ... bueno, mejor no te digo, hasta que un curita lo llevó a un pensionado de Reconquista, y ahí encontró una casa con cama limpia y comida.  Entonces cuando dejó de jugar a la pelota empezó a llevarle cosas a estos lugares, refugio de chicos, que siempre necesitan una mano.  Y además, comida, y ropa, y lo que se necesite.  Pero se murió.  Y esa vez, los tres, el finau de mi marido Gonzalez, Elsita y yo, hicimos el reparto correspondiente con el camión -
-  Que historia. Y ¿Elsa manejaba? -
-  Nooo, ella acompañaba.  ¿Nena vos sabías manejar por ese entonces?
-  Tenía un Fitito, pero no  un camión -
-  Todo se aprende. Para mi gracias - dijo Julio
-  Si, a ver si nos ponemos las pilas, porque esto viene lento -  Elsa sacó la primera tanda de tapas, y liberó la tabla para seguir estirando.  Julio pidió permiso y fue al baño. Aprovechó esta situación Elsa para tirarle un beso y regalarle una sonrisa a Gloria, su "viejita linda"

Esa noche hubo puchero de gallinas, y la sobremesa no se extendió demasiado porque la cocinera tenía  sueño.  Había quedado un cuarto de botella de vino, casi dos vasos, y se sirvieron y se tomaron en el patio, a la luz de las estrellas
-  Que linda historia la que contó Gloria, sospecho, cómo siguió y cómo sigue ese cuento -
-  Sospeche nomás.  Yo no hablo de  mi vida privada -
Hubo un brindis, y los dos se quedaron mirando la claridad de la noche, sin decir palabra, hasta que un pequeño viento que venía del lado de la ruta, los invitó a irse a dormir

(Continuará..)

Riqui de Ituzaingó






Comentarios

  1. Guauuuuu... Que lindo, se habrán ido a dormir juntos???? No creo, en fin esperaré ansiosa como sigue la historia de mi personaje preferido!!!!
    Ana Lidia Pagani

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  2. Oiga, después de hacer 15 docenas de empanadas (incluidas las tapas) y ¡¡¡¡un puchero de gallina!!!! esa gente tendría que terminar el relato ganando el masterchéf!!!!!

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