Ir al contenido principal

Unos días con Elsa (parte 2)

Con el primer sol de la mañana, Gloria, con su bata color verde clarito, ya andaba por la cocina preparando el mate, que acompañaría en esta ocasión especial, con pan casero y dulce de naranjas, todo por supuesto hecho por ella en estos días. Se acercó a la cama que estaba en la habitación de atrás del comedor con una bandejita con las rodajas de pan y dulce, y el mate.  Despertó a su huéped preferida con un - Nena, despertate, ya te traje el desayuno - 
Elsa apenas abrió los ojos, se tiró el pelo para atrás y tapando la claridad que venía por entre las cortinas que cubrián la ventana que apuntaba al este, dijo: 
- Gracias, ¿qué hora es? - 
- Temprano, recién se ve el sol. Siete y pico serán - 
Elsa se acomodó en la cama, retiró un poco la frazada, y le tiró un beso a su anfitriona 
- ¿Se quedaron hasta tarde despiertos? Yo no soy de trasnochar. Ya ves, me levanto cuando arrancan a cantar los pájaros - continuó Gloria recibiendo el mate nuevamente 
- No, nos tomamos un vino afuera, pero se levantó frío, y decidimos dormir - 
- Lo mandaste al comedor a tu novio - 
- No Gloria, no es mi novio, que va!. No había muchas opciones, o el comedor o el camión - 
- Ahora le arrimo un amargo - Y salió de la habitación, dejándole el platito con tres o cuatro rodajas de pan Atravesó el comedor que estaba aún en penumbras, y en una esquina, casi cerca de la cocina, Julio dormía en una mecedora de mimbre, tapado con una colcha de lana color beige, más parecida a un poncho que a una manta de cama. Otra bandejita, el mate recién cebado y los panes sobre el platito de plástico 
- Jóven, buen día. Le traje un mate y algo para comer, pero le recomiendo que venga a la mesa, ese sillón es medio traicionero, si quiere hacer cualquier otra cosa que no sea dormir un rato - 
- Gracias, ya estaba despierto, la vi pasar recién. Lo que pasa es que tengo un poco de frío y me acurruqué debajo de la manta - Julio agradeció con un gesto de su mano izquierda, y con la otra recibió el mate, uno de esos que se hacen con huesos de animales, y que venden como recuerdo a los turistas en las casas de artesanías. Se incorporó, tomó el platito y lo llevó hasta la mesa de la cocina. 
- ¿Y Elsa? - preguntó 
- Ya la desperté, me dijo que lo hiciese temprano, ya que no quería que se le hiciese tarde para arrancar - 
- Buen día. ¿Cómo durmió en la mecedora? - Elsa tratando de acomodarse los pelos se dirigió a su compañero de ruta 
- De primera, no tuve ni tiempo de acomodarme - 
- Chicos, tienen el baño ahí. Vos nena ya lo conocés. Y si quieren bañarse, les traigo una toalla limpia - 
- No hace falta, me lavo un poco la cara, me peino y estoy para seguir. Hoy tenemos un día largo por delante - Y se perdió detrás de la puerta del baño 
- Ayy esta Elsita, es un amor!. Ustedes, digo..¿son amigos, o ..? - Gloria con una sonrisa pícara, quería más información 
- Emmm ¿cómo le explico? La vida nos puso en el mismo camino - - Qué suerte! bueno cuidela, porque así como la ve, hecha una leona, necesita alguien que la cuide, y usted parece buena persona - 
Elsa entró nuevamente en escena, con un - ¿Qué están cuchicheando ustedes? Llego yo y se callan!- Y se sentó sobre la mesada de madera - Un par de mates y arrancamos - 
- Me lo hacés a propósito, ehh, cuántas veces te dije que no apoyés el culo ahí arriba. En ese lugar se prepara la comida, nena! - Gloria, quiso retarla, o por lo menos hacer el intento, pero no fue muy convincente 
- Jaja, así no me extraña. Bueno, Gloria, dígame qué hacemos con las empanadas, nosotros ahora pasamos por María Teresa - 
- ¿No se van a quedar a la fiesta? Dicen que esta vez se va a poner lindo, ya está toda la Avenida embanderada. A mi me viene a Buscar la Justina, la de la estación de servicio, y vamos juntas - 
- No, tenemos que estar después del mediodía en Venado Tuerto, nos esperan. ¿Nocierto Julio? - 
- Y si - fue la respuesta. Cualquier otra cosa que hubiese dicho, la complicaría 
- Está bien. Coman chicos, es para ustedes. Y ahora les doy un paquetito que les preparé con algo para el viaje por si les agarra hambre - Gloria tiró sobre el platito, un poco de yerba, y con la misma cucharita con la que ponía azucar, rascó la yerbera y agregó más polvo que otra cosa. 
- Tenés que llevar las empanadas, ya están todas en una caja grande, separadas por papel madera. Te decía se las tenés que dejar en la casa del Presidente del club Social, el Carlos Rendo - 
- Noooo, ni se le ocurra que voy a ver a ese tipo! - 
- Pero nena, ¿cuál es el problema? El Carlos es una buena persona, muy amable, muy atenta...- 
- Gloria, usted me conoce, yo no soy de andar dando explicaciones. O las dejo en otro lado o quedan acá y que las vengan a buscar - Elsa se bajó de la mesada y fue hasta la habitación dónde había pasado la noche 
- Pero nena, no te enojes! - 
- No se preocupe, yo lo arreglo - Julio entró al comedor, agarró su mochila, la campera, acomodó la manta de manera prolija sobre la mecedora y salió al cruce de Elsa que venía de la habitación con su bolso y una campera - No soy de preguntar .. - 
- Entonces no lo hagas - 
- Ok, pero hagamos algo, llevamos las empanadas, vos me dejás a un par de cuadras y las entrego yo caminando - 
- No se, arreglalo vos, yo no muevo un pelo. Y ante la menor sospecha de que me quieras meter el perro, te dejo acá con Gloria - 
- Tranquila - 
Volvieron los dos hasta la cocina, Gloria los estaba esperando con un par de paquetes para el viaje. 
- Dónde está la caja? así la voy cargando. Y deme la dirección y el nombre de la persona que la recibe - 
- Elsita sabe - Elsa bajó la cabeza, y se fue hacia la caja, como desentendiéndose de la situación, y empezó a cerrarla con un piolín que estaba en ovillo arriba de la heladera 
- Gloria, la voy a entregar yo, asi evitamos problemas, deme los datos por favor - - Uy jóven, debe estar en la agenda, espero que no se haya mudado, porque esas cosas las anotaba el finau Gonzalez, que DIos lo tenga en la Gloria. A ver si lo encuentro - 
Julio miró a Elsa, y esta le devolvió la mirada con un gesto de "ahhh, yo no sé, arreglate!". Y siguió atando la caja 
- Acá se lo anoté, fíjese si me entiende la letra porque estoy sin los antejos. Sarmiento 442, Señor Carlos Rendo - Cargaron la caja, los paquetitos para el viaje, mochila y bolso, besos para Gloria y arrancaron 
- Usted no se acomode tanto que tiene que abrir la tranquera - 
- ¿Y porqué yo? - 
- ¿Y porqué no? - 
 
La mañana que pintaba ser soleada, de a poco se fue nublando, y por el color del cielo más adelante, parecía que iba a llover. Lo que se veía sembrado a ambas veras de la ruta, marcaban la dirección del viento, justo en dirección contraria a la del camión, lo que presagiaba, que esos nubarrones pronto estarían encima de los viajeros. 
- ¿Y si llueve, qué pasa con los festejos? - Preguntó Julio 
- y, si llueve, supongo que suspenderán hasta el fin de semana, porque es todo en la calle. Igual no estoy segura de que llueva ehh. Me parece que esas nubes son pura espuma - Elsa bajó un poco la ventanilla, no porque hiciese calor, sino para que entrara un poco de aire. 
- ¿Cargó el termo? - fue la pegunta de Elsa
- ¿Tenía que cargar el termo? - fue la respuesta 
- Bueno va a tener que hacer un par de cuadras con una caja llena de empanadas y un termo. Y mejor que lo traiga con agua caliente, sino no lo dejo subir - 
- Ya que estamos en tema.. - 
- Ni se le courra preguntar! - Elsa se acomodó los anteojos oscuros que tenía de vincha y subió la ventanilla nuevamente 
- Mire, si lo piensa bien, nos conocemos hace menos de un día, y posiblemente en un par de días no nos veamos más. Así quie si me cuenta, es como si le contara al viento - Julio, hizo gala de sus años atendiendo gente y lidiando con esos clientes complicados en la Compañia de Seguros. 
Elsa miró el espejo central, que estaba solamente para un uso cosmético de la conductora, ya que atrás había una caja de camión cerrada y no se veía nada. Se acomodó un par de pelos, más un tic que otra cosa - A la vuelta voy a tener que teñirme, esto ya pinta para desastre - 
Julio miró por la ventanilla, Un par de silos allá atrás, con una construcción tipo galpón, y tras el monte de álamos, los únicos árboles que había aprendido a reconocer, algo de hacienda pastando. Siguió mirando, lo que fuese a aparecer, ya no tenía más nada que decir: La pelota estaba del otro lado, y allí debían de jugar 
- El año pasado, la fiesta estaba espléndida, una noche cálida, hermosa, la gente del pueblo, toda en la calle, pero toda, hasta los perros estaban por ahí, y en un momento Gloria me presenta a Carlos, que ahí no era Presidente aún, sino de la Comisión, y le entregamos las empanadas y pastelitos que habíamos hecho juntas para la fiesta. Este Carlos, me pareció una persona muy correcto, me saludó y dijo que esperaba verme en el baile de cierre de la fiesta del pueblo ... - Elsa miró a Julio, que esbozaba una sonrisa, pero no por el contenido de la historia, sino porque finalmente había logrado que la chofer hablara 
- Pero que cornos le estoy contando a Usted !! Qué le importa de mi vida, encima se ríe de mi. Mire no lo bajo, porque me paece que se viene la lluvia denserio y me va a quedar un cargo de conciencia - 
- Nahhh, primero que no me estaba riendo, simplemente era el gesto que hago cuando escucho una buena historia. Yo te dije que desde que me junilé, mi único objetivo es encontrar gente que me cuente cosas, sus vivencias o lo que sea. Y eso me hace feliz. Y además como decía la señora Gloria, cuando te enojás ponés una cara que es para la foto!, jajaja - 
 
La mañana se iba oscureciendo, hasta que el parabrisas comenzó a marcarse con pequeñas gotas que se iban secando con el viento de la marcha 
- Arrancó la llovizna, espero que pare - 
- La escucho atentamente - 
Elsa miró hacia su costado derecho, hizo un gesto de fastidio y dijo 
- La verdad, las fiestas del pueblo se ponen muy buenas, porque es el evento social más importante de la zona y sus habitantes, gente sana, sin vicios, disfruta a rabiar cada año, te diría que mucho más que la Navidad. Esa noche cuando arrancó el baile, me quedé charlando con gente que había conocido esa noche, tené en cuenta que yo no soy del pueblo. Y en un momento me tocan el hombre, era Carlos. Y nos pusimos a bailar. Lo noté bastante chispeado, se ve que le había entrado lindo al vino, y yo, que tomo agua hasta en las fiestas, ese tema me molesta. Paró una vez, trajo más vino en esos vasitos de plástico que vendían en los puestos, y yo explicándole que no me gustaba. Y paró una vez más, y otra. Hasta que se me vino encima y bueno, imagínate!. Un desubicado, grosero, salí corriendo. - 
- Complicado el alcohol. En eso nos parecemos, mi vicio es la Coca Light. ¿ Cómo siguió la historia? ¿Siguió? - 
- Me estuvo buscando por todos lados, consiguió mi teléfono, no se cómo; bah seguramente la convenció a la Gloria, pero yo tengo mis límites, y este hombre los superó - 
- Te entiendo. No te preocupes, yo me encargo de hacer la entrega y cualquier cuestión relacionada con lo que me contaste, lo corto de una - 
 
Las gotas no fueron más que eso, unas pocas gotas, y el camión de Elsa y julio ya estaba entrando en María Teresa, no diríamos que con sol, pero sin pelogro inminente que el mal tiempo empañara la tan esperada celebración 
- Esa es Sarmiento, doblás hacia la derecha, media cuadra. Hacé rápido, no tenemos mucho tiempo - 
- ¿Qué tenemos que hacer? - preguntó Julio 
- Irnos, irnos de acá - 
El motor del camión quedó encendido. Detrás del asiento habíá una bolsa con cosas varias, entre ellas, algunos cidis, boletas de compra de ropa, algún mapa de esos que dan en las oficinas de Turismo local, y papel y lápiz. O sea, todo lo importante que necesitaba un día como hoy. Tomó un cidi cualquiera (igual no había muchos, tres nomás). Era, Bienaventurados de Joan Manuel Serrat, y se puso a leer la lista de temas, y todos los datos que vienen con ellos. Este en particular traía un librito con las letras, y varias fotos. Lo miró por completo y trató de recordar quién lo había dejado en el camión, ya que ella nunca había comprado uno de esos 
 
Julio dobló la esquina a paso firme, trepó al camión y dijo: - Listo - 
- ¿Como te fue? - 
- Entregar una caja de empanadas no es una tares complicada y agua me llenaron en el kiosco de la esquina - 
- Te pregunto si no te dijo nada, si no te preguntó nada - 
- ¿Carlos? Ahh, si, me dijo que te estaba esperando, que quería pedirte disculpas, y que realmente Él quería que le dieses otra oportunidad, y .....- 
- Lo presentía - 
- Le pedí que se olvidara de vos, que nosotros estábamos comprometidos y que éramos el uno para el otro. Que yo sabía de la historia y que lo perdonabas. Pero esa etapa ya estaba cerrada - 
Por primera vez, Elsa se quedó mirándolo a los ojos a Julio 
- ¿Hice mal? - 
- No, para nada. Era lo que esperaba de Vos - 
 
Una pequeña resolana se aomaba delante de las casas que se veían sobre Sarmiento. Elsa bajó sus anteojos negros de vincha, e insertó el cidí que aún conservaba en su mano. Puso primera y dobló en dirección a la ruta. 
Por los parlantes, a un volumen no muy alto, se escuchaba cantar a Serrat, Especialmente en abril 
(suban el volumen y click sobre el link) 
 
Continuará... 
 
Riqui de Ituzaingó

Comentarios

  1. Hay como me atrapa esta historia... Me encanta y encima escuchar un tema de Serrat... SOS LO MASSSS.
    Ana Lidia Pagani.

    ResponderBorrar
  2. Intrigante... ¿Ya tenés el final? Si fuera una película con Julia Roberts me imagino como termina pero acá tengo mis dudas

    ResponderBorrar
  3. ¡Epa! ¡Mirá el Julio este cómo se hizo cargo! ¿Lo lamentará luego? No creo...

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

El Vasco - 1. El Parroquiano

Religiosamente, como hace más de veinte años, Don Germán llegó a la puerta del boliche de San Martín y calle 3, pasaditas las  7.  Apoyó la bicicleta sobre el poste verde del alumbrado público, se quitó los guantes de cuero, y sacó de entre sus ropas un manojo de 15 o 20 llaves, que a entender de quién escribe este relato, deben haber servido pata cerrar distintas etapas de su vida.  Hoy con unas seis se arreglaría, dos para las puertas de su casa, una para el candado de Anacleta, esa que lo trae aquí cada día desde el ´83.  Y las del boliche, una de la cadena de adelante, la Trabex de la puerta principal, y la del fondo.  Las otras llaves, vaya a saber uno cuándo giraron por última vez. Quitó la puerta de chapa, sacó los largueros, no sin antes pegarle un par de pataditas que no hacen más que deformar la chapa, y generarán a la madrugada una nueva puteada, ante la sonrisa escondida del barrendero de turno. - ¿Cuándo será el día que Juan o Luis se den cuenta que este boliche les va a q

El Vasco - 7. Los zorzales

Por iniciativa de los descendientes de aquellos primeros inmigrantes, este año y por primera vez, se trasladó al pueblo, la fiesta de la Vascongada.  Durante casi una semana, el pueblo elegido se viste de gala para recibir esta festividad, tan cercana a su gente.En esta oportunidad, desde hace un par de meses se está organizando todo conla ayuda de unos vascos oriundos de Artega, Santa Fe. Donde comienza el boulevard de la San Martín, ahí cuando cruza la calle Pueyrredón, se armó el inmenso escenario, que fuese prestado por el Club de Paleta.  Levantado casi dos metros del asfalto, permite que cualquier espectáculo pueda verse desde dos o tres cuadras, sin problemas.  El año pasado, cuando se hizo la Fiesta Provincial del Maíz, se le agregó un techo de chapas, para evitar que una ocasional lluvia haga suspender el evento que se ofrezca en ese momento. Sesis cuadras de la avenida se vistieron de ocasión.  El verde de los estandartes eran el reemplazo indicado de las hojas que aún no se

El Vasco - 2. Un par de mate cocidos

 El camión esperaba ser cargado con el pedido de materiales del Convento de La Merced, y si bien aún no habían bajado el remito de la oficina, este ya estaba en marcha para disgusto de todo ser humano que merodeara por ahí.  La mañana, aún sin sol, se colmaba con una bruma helada, típica de los primeros días de Julio.  Pero el camión Dodge de Materiales San Martín, con su humareda de gas oil mal quemado, le daba al lugar una espesura que nada tiene que envidiarle a las tormentas del Mar del Norte relatadas por E A Poe. -  Cheeee, carguen ese camión de una buena vez que nos vamos a morir todos intoxicados! - Dijo Pedro mientras hacía la recorrida de cada mañana, revisando que todo estuviese en orden.  Aunque en un terreno atestado de ladrillos, varillas e inmensos médanos de arena, pocas serías las sorpresas que habrían de aparecer.  A decir verdad, esa recorrida la usaba para fumarse un pucho medio a escondidas, para evitar los retos de sus empleados, todos con más de diez años trabaja