Cuando bajaba el sol, El Tío se acomodaba detrás del improvisado mostrador de madera, para atender a los que se juntaban luego de las changas, a tomar un vino o una cerveza. A unos diez o quince metros de su casa, donde Tela tenía el almacencito, había alquilado una pieza. Le hizo una puerta hacia la calle, y en unos pocos metros cuadrados, se armó el boliche. En una heladera Siam verde, comprada en algún revoleo, siempre tenía vino blanco de dudosa calidad, alguna cerveza, y por si pedían Ferné, una o dos Colas de tercera marca.
- ¿Qué te sirvo Dardo? - preguntó El Tío
- Un Ferné. -
- Cuando vos pedís Ferné querés charlar. ¿Qué pasa? -
- Me apretaron de la yuta. Me tienen agarrado de las bolas, y no sé ahora con que van a venir -
- ¿Quién fue, cómo se llama? -
- No sé. Uno flaco, de pelo largo con flequillo, vestido con vaqueros gastados -
- Ahhhh si. Ya sé - El Tío le puso un hielo al vaso de Ferné y Coca y comentó - Estás complicado pendejo - Y se fue a atender a tres o cuatro que se habían sentado en la única mesa que estaba afuera.
- Lo mandaste al muere al Dardo -
Tela miró a su compañero y casi sin darle importancia puso sobre la mesa la fuente con milanesas y puré de papas, y se sentó a la mesa. Estaban los dos solos esa noche y la tele pasaba esos programas de preguntas y respuestas que sirven para reemplazar las palabras cuando no hay ganas de hablar.
- Encima con el sorete ese de Marcelo. Sabés que es una mierda -
Recibió como respuesta una mirada y con un poco de comida en la boca, un - ¿Te sirvo vino? -
- Bueno - El Tío entendió que no había mucho más que hablar, y comenzó a prestarle atención a las respuestas del participante que estaba ya en semi finales
" Pescado te espero a las diez y media en la canchita de Roca. Ojo, no me falles!". Ese mensaje entró en su teléfono mientras esperaba le sirvieran los fideos. No era un número registrado pero de inmediato reconoció la cara en la foto de perfil.
Comió medo plato y se fue despacio, era temprano aún, pero aprovechó para pasar por lo del Carlos, había unos pesos que cobrarle del finde pasado.
Tres perros lo recibieron, no muy amigablemente, en la canchita de Roca. La noche era oscura y apenas se veían las luces de la calle de atrás.
Un motor de moto comenzó a escucharse, y en menos de treinta segundos estaba frente a Dardo, con su potente luz delantera iluminándolo por completo.
Sin detener el motor, Marcelo se bajó, se quitó el casco y encaró a Dardo
- Si vamos a trabajar juntos, hablás solamente conmigo. nada de andar boqueando por ahí. No me gustan los que se van de boca! - Sacó una pistola de entre sus ropas y apuntándolo, le dijo - Arrodillate y bajá la cabeza! - Le apoyó el caño sobre los pelos y gatilló dos veces.
Dado comenzó a llorar.
- Es la primera y última advertencia. La próxima, no la contás
Se puso el casco, subió a su moto de alta cilindrada, y se fue hacia donde se veían las luces, por allá atrás
(Continuará...)
Riqui de Ituzaingó
No lo entendí mucho pero lo voy a volver a leer, esperemos a ver cómo sigue la historia... Ana Lidia Pagani
ResponderBorrarSe pone bueno!
ResponderBorrar