# 1.45 am. El Fiat Siena negro estaba estacionado a cinco metros de la Pearson, y a dos cuadras de la autopista. Casi una sombra en esa calle que supo tener alumbrado público en los años que se comenzó a edificar el barrio. Y también para ese fin de año cuando vinieron tres o cuatro Concejales a inaugurar la obra que por entonces, no llegaba al sesenta por ciento de su construcción.
"Encendé el motor. En menos de dos minutos pasa una camioneta gris hacia el barrio. Te metés atrás y te asegurás que nadie los siga. Si ves que viene alguien atrás, hacés luces y clavás los frenos. Dejá el teléfono sin cortar ". Dardo dió la última pitada y tiró el pucho por la ventanilla que de inmediato cerró. El viento que empezaba a levantarse, hacía más fría la noche. A lo lejos se veían dos luces que se acercaban muy rápido. Puso primera y dejó el pie sobre el embrague, listo para cumplir lo ordenado.
Apenas dobló el Siena por la Pearson, en el espejo vió venir un vehículo, tal como le habían avisado. Largó el acelerador e hizo pestañar las altas. La camioneta gris se alejaba allá adelante, y detrás suyo tenía casi pegado un Chevy o algo parecido. Las luces de stop iluminaron la trompa del icónico sedán de los setenta, y el golpe fue inevitable.
"Listo. Le pegué de lleno. Lo moví casi media cuadra" "Ok."
Eran casi las dos de la mañana y de inmediato la esquina de Pearson y Asunción se llenó de luces intermitentes. Dos camionetas de la Policía, una ambulancia, y un par de autos con sus luces bajas encendidas, que seguramente formarían parte del mismo operativo.
ASALTARON AL JUEZ MARQUEZ Y EN MEDIO DE UNA CINEMATOGRÁFICA PERSECUSIÓN POLICIAL, LOS MALVIVIENTES CHOCARON EN EL BARRIO 11 DE NOVIEMBRE. TRES DE ELLOS FUERON ARRESTADOS. SE CREE QUE POR LO MENOS DOS MAS SE DIERON A LA FUGA. Así tituló el noticiero de las siete de la mañana, en el canal de cable zonal. Hubo un par de testimonios del personal policial actuante y de un vecino que dijo estaba paseando el perro. Las imágenes mostraban un Chevy de cuatro puertas azul estacionado y con sus puertas fajadas, y más adelante un Fiat Siena negro con su baúl completamente destrozado.
" A este grupo de delincuentes los venimos siguiendo hace mucho, y gracias a un trabajo de inteligencia los pudimos atrapar. Secuestramos armas de guerra, droga y una cantidad importante de dinero." Fue el testimonio de un policía que según indicaban las tiras de su chaqueta, era de un rango importante.
En una sala contigua a la guardia del Hospital que está casi donde termina la Avenida, Dardo permanecía sentado sobre una camilla. Le dolía mucho el brazo derecho, la cabeza y la zona izquierda de las costillas. Ya lo habían revisado dos médicos y estaba esperando que le digan qué hacer. Pasadas las dos de la tarde, un médico de delantal desabrochado y un par de radiografías en la mano, entró en la sala. - Zafaste, no tenés más que golpes por todos lados. En un rato te avisa una enfermera cuando podés irte. Esperá afuera -
Como pudo Dardo se bajó de la camilla, agarró la campera y salió de la sala rengueando y con un gesto grande de dolor en su cara. Se sentó en una de esas butacas de plástico azules que siempre hay en las guardias. Casi de inmediato escuchó una bocina que no paraba de sonar. Las puertas vaivén se abrieron y a los gritos entró una mujer robusta con un chico en sus brazos, envuelto en una toalla ensangrentada. Alguien que también esperaba ser atendido golpeó fuertemente la puerta de acceso al interior, la que tenía un cartel que decía NO GOLPEE, ESPERE A SER ATENDIDO. Durante la hora y pico que estuvo ahí esperando fue testigo de lo que son las guardias de los hospitales que están cera de las barriadas humildes. Pensó que sería bueno que ahí atiendan mejor a la gente.
- Silva! - Una enfermera de chaqueta celeste sobre un equipo de gimnasia Adidas, lo invitó a pasar y lo hizo esperar detraás de un escritorio. Al volver le devolvió su DNI y lo despidió con un - Ya se puede ir a su casa. La próxima vez que maneje de noche no tome alcohol, mire cómo termina todo! Salga por la puerta del frente, al final del pasillo. Lo están esperando - Y se a seguir con el trajín agotador que implica trabajar en ese lugar.
Con paso lento y tratando de no entorpecer el ida y vuelta intenso del pasillo, recorrió esos quince metros hasta llegar a un hall también lleno de gente. Detrás de la puerta vidriada de acceso, se podía ver sobre la calle el Renault rojo de Tela, con los bollos laterales un poco acomodados como para que pudiese circular.
- Che Pescau, otra vez te tengo que venir a rescatar! - Y juntos bajaron los dos escalones que los separaban de la pseudo vereda del Hospital.
(continuará..)
Riqui de Ituzaingó
Ancioso por la próxima entrega
ResponderBorrarAh bueno, este capítulo está más interesante, me encanto... Vamos a ver qué hace en el próximo capítulo. Ana Lidia Pagani.
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